El tramo hacia Valle Hermoso tiene sus dificultades. Si bien no compite con la altura del Espinacito, ni con el clima duro de Trincheras de Soler, la travesía es tan larga que parece interminable. Ayer, tras cuatro horas de dura cabalgata de ida al límite con Chile, los expedicionarios pudieron reconfortarse, al menos por un rato, al ritmo de la cueca y con un buen vino chileno. Así, ambos países se encontraron y se fundieron en abrazos y bailes. Esa fue la cuarta jornada del la edición número 12 del Cruce de los Andes, organizado por el Gobierno de San Juan. El acto tuvo su pico de emoción porque este año se conmemora el Bicentenario de la gesta sanmartiniana.
A primera hora, los 160 expedicionarios partieron por las entrañas del Valle de Los Patos Sur rumbo a Valle Hermoso. En esta zona de la cordillera el paisaje es indescriptible, pero el polvo que hay en el ambiente, producto de los cientos de mulas y caballos que galopan por el lugar, puede hacer la travesía insoportable por momentos. Senderos angostos, precipicios interminables hay que atravesar para llegar al límite.
Con extremo cansancio en algunos casos, los jinetes cumplieron la meta de ayer. Poco después de las 12,30 llegaron al sitio donde ya estaban apostados los chilenos. Y como es una tradición, los expedicionarios argentinos, portando banderas de ambos países, avanzaron hacia sus vecinos mientras cantaban la marcha de San Lorenzo.
Lo que vino después fue una mezcla de sensaciones. El viento helado cacheteando las mejillas, las lágrimas de emoción y el brindis de hermandad para recordar una vez más la gesta sanmartiniana. De esta travesía participaron la ministra Patricia Bullrich y el ministro del interior, Rogelio Frigerio, que cabalgaron desde el refugio de Sardina hasta el límite.
“Cuando llegué no podía hablar de la emoción. La idea de poder mirar más allá de la cordillera y que no hay obstáculos que puedan detener si uno quiere avanzar”, dijo Bullrich. Mientras que por su lado, Frigerio volvió a reiterar que cantar el himno en el límite le provoca una sensación que no experimentó en otro acto. El ministro ya había participado del acto en el límite en el cruce del 2016.
El gobernador Sergio Uñac no estuvo ajeno a la emoción. “Estoy orgulloso de ser argentino. Hay que seguir preservando esta parte de la historia”, dijo.
Luego de los discursos de rigor, del intercambio de obsequios, los chilenos tomaron sus guitarras y el resto de la gente hasta se animó a bailar algunas cuecas y brindar en copas labradas con inscripciones alegóricas al bicentenario de la gesta sanmartiniana.
La vuelta no fue menos agotadora que el camino de ida. Con los cuerpos cansados, los expedicionarios volvieron a enfrentar una travesía de al menos cuatro horas.