Ayer a las 2 de la mañana, con 4,100 kilos, nació Tiago Ariza. Pero su nacimiento no fue uno más. Cuando el bebé llegó al mundo fue recibido sólo por su madre, en su casa del barrio Costanera 5, en Chimbas. Todo fue tan rápido que la mujer y su marido no tuvieron tiempo de ir al hospital ni llamar a la ambulancia. Tanto la mamá como el bebé ayer estaban bien.
Carolina Flores, de 28 años, sabía que en cualquier momento nacería su tercer hijo, ya que el parto venía atrasado. Pero no se imaginó que todo sería tan rápido. "Jamás pensé que me iba a pasar algo así. Viví algo maravilloso", contó la mujer, ya tranquila en la sala de Maternidad del Hospital Rawson.
La pareja estaba en su casa cuando Carolina comenzó a tener contracciones. Subieron al auto a su hijo Tobías, de 2 años, para llevarlo a la casa de su abuela, lugar en el que ya estaba su hermana de 6 años. Luego, irían al hospital. Pero, antes de subir al vehículo, Carolina rompió bolsa y supo que no había tiempo. A partir de ahí todo pasó muy rápido.
"Entré a mi casa y cuando estaba en la puerta sentí que salió la cabecita de mi bebé. Me fui a la pieza y le dije a mi marido que llamara al 911 para que nos indicaran qué hacer", contó la flamante mamá. Leonardo, su marido, hizo el llamado telefónico y le dijeron que iban a mandar una ambulancia y que ya volverían a llamar para ayudarlos. "Entonces mi marido salió a pedir ayuda a los vecinos. Yo estaba parada al lado de mi cama. Ahí, cuando estaba sola, nació. Lo recibí en mis manos y lo puse sobre la cama", narró Carolina. Y continuó: "En ese momento entró mi marido, que venía con una vecina. La cara que puso cuando vio que el bebé ya estaba en la cama fue de sorpresa, él no se había dado cuenta de que realmente el bebé iba a nacer ahí. Siempre decía que él jamás iba a estar en un parto, porque ve sangre y se descompone".
A pesar de su impresión por la sangre, Leonardo limpió la cara del bebé y lo tapó. Lo que no pudieron hacer fue el nudo del cordón umbilical, para cortarlo. Pero, según contó Carolina, la ambulancia llegó y los enfermeros se encargaron de hacer ese trabajo.
"Estábamos tan preocupados por el bebé, que recién cuando íbamos a subir a la ambulancia nos dimos cuenta de que no habíamos mirado si era una nena o un varón", contó la mujer. Y dijo que "en el hospital, después de que nos revisaron a Tiago y mí, dejaron entrar a mi marido a la habitación. Nos vio y me dijo que se sentía mal después de ver tanta sangre. Recién ahí se dio cuenta de lo que nos había pasado. Creo que todo fue una bendición de Dios. Poder tenerlo conmigo fue hermoso".

