Tanto les costó hacerle la gruta a San Cayetano, que a los vecinos les pareció una ironía que justo en ese pequeño baldío les construyeran el Centro Integrador Comunitario (CIC). Pero en el barrio Obreros Municipales, de Zonda, la devoción era más fuerte que la modernidad y se multiplicaron los pedidos para que no destruyeran la gruta, algo que finalmente consiguieron.
Así, los arquitectos adaptaron los planos para no tocar la estructura que aloja a San Cayetano, que quedó dentro del CIC, en un patio y junto a una galería. Ahora, aunque dependen de los horarios de la administración pública para entrar al lugar, las mujeres igual se juntan a rezar y allí le celebran las fiestas patronales.
Fue en 2005, tres años después que entregaron el barrio, que los vecinos empezaron a reunirse para construir una gruta. Coincidentemente, la Agrupación Mayo-Gutiérrez acababa de donar al barrio una imagen de San Cayetano, que por entonces pasaba de casa en casa. Igual, la comisión pro-gruta hizo una compulsa en el vecindario para que eligieran el nombre de un santo a alguna advocación de la Virgen, pero San Cayetano ya estaba tan instalado allí que ganó con comodidad la elección.
Otra particularidad pasó por el diseño de la gruta, así que la comisión empezó a recorrer grutas en distintos sitios de la provincia, recordó Alberto Cardozo, integrante de aquel grupo. Y por el gusto de la mayoría, se inspiraron en la gruta que está en la plaza junto a la Terminal de Ómnibus para hacer la de su barrio.
El sacerdote Daniel Biorchia prestó dinero para comprar ladrillos, el municipio aportó la mano de obra para realizar la instalación eléctrica y meses después inauguraron la gruta en el espacio baldío de la esquina de Juan Manuel Rodríguez y Manuel Andújar, que se convirtió en lugar de devoción.
Lo que por entonces nadie imaginaba era que cinco años después, allí empezarían a construir un CIC. ‘Después de muchas peleas, logramos que no tocaran la gruta. Y aunque ahora dependemos de que nos abran el CIC, la fe en nuestro San Cayetano sigue intacta’, contó Doña Ema, vecina del barrio. Igual, ya los vecinos trabajan para poder erigir una capilla y darle al patrono del lugar una residencia que nadie pueda tocar.
La entrega del barrio Obreros Argentinos se hizo en una época en que la economía argentina avanzaba a los tumbos, en 2002, por lo que fue una bendición doble para sus 107 familias. Además, hacía muchos años que no entregaban tantas casas en Zonda y era una obra pública muy esperada. En homenaje a los obreros municipales, las calles del barrio llevan nombres de ex empleados de la comuna, ya fallecidos.

