A diferencia de la fogata en honor a San Juan Bautista, que se encendió en distintos puntos de la provincia el 24 de junio pasado, la que se prenderá esta noche para recordar a San Pedro y San Pablo (ver aparte) tiene otra connotación. Si bien la fogata de San Juan es una manera de recordar a quien fuera el bautista de Jesucristo, los historiadores coinciden en que su realización es anterior a la Era Cristiana. “Los griegos y romanos -contó la docente Hebe Almeida de Gargiulo- ya encendían hogueras para celebrar el solsticio de junio y cambio de estación, como un ritual.

Después, el cristianismo adoptó esta celebración y por la cercanía en la fecha, se asoció con el homenaje a San Juan Bautista”. Y Néstor Romarión Peralta, una de las personas que año tras año mantiene viva esta tradición con la realización de una fogata en Avenida de Circunvalación, agregó otro dato: “San Juan Bautista es el único santo que la cristiandad celebra en el día de su nacimiento, porque a todos los santos se los recuerda en el día de su muerte”, dijo.

Si bien ambas celebraciones son aceptadas por la Iglesia Católica, la primera, entonces, tiene un origen más pagano y la segunda, uno con más connotación católica, por tratarse del homenaje a dos santos -Pedro y Pablo- cristianos. “Por herencia -dijo Hebe Almeida- la fogata de San Juan es la más cercana a nosotros porque proviene de nuestros abuelos españoles, que celebraban y todavía celebran la llamada Noche de San Juan. Sin embargo, las costumbres para una y otra fogata son parecidas: mis recuerdos de niña me traen la imagen de correr alrededor del fuego arrojando puñados de sal, para que salieran chispas”, rememoró.

Para Romarión Peralta, en tanto, la fogata de San Pedro y San Pablo es “la fiesta que consagra el fuego del amor cristiano. Pedro negó a Jesucristo tres veces y luego se convirtió en el primer Papa de la Iglesia Católica, por amor a Él. Y Pablo, que era un hombre que perseguía a los cristianos, se convirtió al cristianismo por amor a Jesús. Por eso es la celebración del amor cristiano y por esa razón, esa fecha también fue instituida como el Día del Pontífice”.

Entre los rasgos en común entre ambas celebraciones, figuran la creencia de que durante las dos noches se produce la comunicación entre el mundo sagrado y el mundo profano, como así también de que el fuego tiene un doble propósito: por un lado, purificar de todo mal, y por el otro, conceder deseos a quien concurra con algún pedido especial.