Para los Rodíguez-Vargas-Galdeano, la diferencia generacional es apenas una circunstancia. Desde que María Isabel (o Piyuya, como la conocen todos) y su esposo Ricardo Rodríguez ingresaron al Movimiento Mallinista, hace 40 años, todos los miembros de la familia se las arreglaron para hacer lo mismo. Hoy, a 4 décadas del nacimiento del Mallín en San Juan, son una de las pocas familias del movimiento que tiene 3 generaciones de miembros activos dentro del mismo, compartiendo vivencias y dando testimonio de su fe.
‘Mi mamá y mi papá llegaron al Movimiento Mallinista como asesores, por invitación del padre Aldo Pérez, uno de los fundadores. Era primo de mi mamá y los invitó a formar parte, aunque en ese momento el movimiento era solamente para adolescentes y jóvenes‘, cuenta María Isabel Rodríguez Vargas, hija de Piyuya y Ricardo, ya fallecido. De su relato se desprende la historia de los mallinistas en San Juan, tan ligada a la de su propia familia que sería imposible contar una sin contar la otra.
‘El Movimiento empezó en Mendoza, cuando un grupo de adolescentes fueron convocados a un retiro por el padre Aldo Pérez. Era un grupo un tanto conflictivo y la intención del encuentro era tratar de superar esos conflictos. El lugar elegido era en plena cordillera, localidad de Eugenio Bustos, en un sitio llamado Mallín, que quiere decir oasis en el desierto, vertiente de la que brota agua. Sin saberlo, esos jóvenes estaban fundando el Movimiento Mallinista‘, relata María Isabel.
Desde aquel primer encuentro, el Mallín empezó a extenderse rápidamente en otras provincias. Córdoba y San Juan fueron de las primeras, con integrantes varones en toda su primera etapa. Más tarde, se incorporan al Movimiento las chicas, y posteriormente los adultos, como miembros activos.
‘Con mis hermanos, nos involucramos en el Movimiento de chicos. En 1975, estando en el Mallín yo conocí a Jorge Galdeano, mi marido. Y cuando nacieron mis hijos -5 en total- y tuvieron edad para ir al Mallín, ellos mismos lo pidieron‘, aseguró María Isabel.
En San Juan, el Movimiento empezó a crecer sobre todo con jóvenes de los colegios Don Bosco, María Auxiliadora y La Inmaculada, pero luego empezaron a incorporarse adolescentes de otros colegios.
Entre las actividades del Movimiento que rescata, figuran las reuniones de comunidad y el trabajo de apostolado. Para Semana Santa, un grupo muy numeroso de jóvenes mallinistas realizaron trabajo de misioneros en San Martín, mientras que durante el resto del año se hacen visitas a distintos barrios, villas e instituciones, con el mismo fin.
Por el Mallín de San Juan han pasado miles de personas estos 40 años. Hoy está estructurado en distintos grupos, según la edad: Vida, para los padres; Testimonio, para universitarios; Estilo, para jóvenes; Pre-estilo, para adolescentes; Amistad, para chicos y chicas hasta los 15 años y Alegría, para los más chiquitos. ‘No sé cómo sería mi familia sin el Mallín. Más que una actividad, para nosotros es una forma de vida‘, sintetizó María Isabel Rodríguez.

