Cuentan los historiadores locales que luego de haberse elegido a Fray Justo Santa María de Oro -en junio de 1815- para representar a San Juan en el Congreso de Tucumán, que se reuniría al año siguiente, el cabildo sanjuanino se percató que de acuerdo a la cantidad de habitantes que había en ese entonces, a San Juan le correspondían en realidad dos diputados. Esta novedad es comunicada inmediatamente al Gobernador Intendente de Cuyo, cargo que ocupaba en esos años el General José de San Martín. En consecuencia se convocan nuevamente a los vecinos para proceder a la elección de otro representante. El acta de elección, dice entre otros temas: "En la ciudad de San Juan a doce días del mes de septiembre de mil ochocientos quince el Muy Ilustre Cabildo (…) a efecto de tratar las más acordada elección de un segundo diputado en virtud de la numerosa población de más de veintidós mil almas(…) y habiendo pasado la elección resultó elegido y nombrado por tal Diputado el Licenciado Don Francisco Narciso Laprida según el mayor sufragio de votos en que se conformó la mayor parte (…) acordando todos unánimemente que se le asigne la dieta de de mil pesos anuales que deberá salir del fondo público como asimismo los costos de la transportación de uno y otro al destino…”. Dice Horacio Videla que un primer momento, en una actitud imprevista, Laprida cuestionó o impugnó su propia elección, "’por no haberse convocado a los cuarteles (departamentos) de la campaña”. Pero finalmente el propio San Martín lo persuadió de la premura de su presencia en Tucumán, aceptando finalmente su diputación. La elección de este ilustre sanjuanino no fue cosa del azar. Laprida, que para ese entonces contaba sólo con 29 años, era ya un abogado experto, había estudiado en el Colegio de San Carlos en Buenos Aires y en Chile. Luego de licenciarse ocupó varios cargos en su provincia natal, adhiriéndose a la causa de mayo desde sus albores. Fue, junto con su par en el Congreso de Tucumán y con el Dr. José Ignacio de la Roza uno de los más eficaces colaboradores del Libertador.

Marchó a cumplir su misión en octubre de ese mismo año, según César Guerrero "había realizado su viaje hasta Tucumán a caballo, con "un mozo de mano” a su servicio, tragando distancias de posta en posta, en el afán de alcanzar las primeras sesiones de aquél”. Ya en la provincia norteña Laprida comenzó a trabajar junto a los otros diputados cuyanos con pasión y constancia. En Tucumán su actuación fue brillante, participando de varios acalorados debates, siendo escuchadas sus palabras con mucha atención y respeto, subrayando en sus alocuciones el principal objetivo del Congreso: declarar cuanto antes la independencia.