Lejos del escándalo, la vida de Liliane Bettencourt la heredera del imperio cosmético ha estado marcada por la figura de Eugéne Schueller, su padre y fundador de la compañía en 1907 que hizo fortuna con la venta de un tinte capilar, un invento suyo. Después de perder a su madre a los 5 años de edad, fue él quien se encargó de su educación y de inculcarle una visión emprendedora.

Bajo el ala de Liliane, L´Oreal comenzó a vivir su época de oro. Además de comprar gigantes de la cosmética como Garnier y Maybelline, la empresa realizó su jugada más arriesgada en 1974, cuando aceptó vender el 46,3% de la compañía a Nestlé, a cambio del 4% de las acciones del grupo suizo.

Pero las cosas cambiaron con el tiempo. Si en 1980, la capitalización bursátil de la suiza equivalía a 13 veces la de la cosmética, a finales de los 90´, la multinacional de alimentos sólo valía el doble que la empresa francesa. Ese cambio fue aprovechado por Bettencourt para renegociar su participación y recuperar su sitial como socia mayoritaria. Hoy el 30,8% de la empresa -que en 2009 vendió U$S 22 mil millones- es de la familia Bettencourt, mientras que Nestlé posee el 29,6%. El retail también sedujo al conglomerado, que en 2006 concretó la compra de la cadena de tiendas de belleza “The Body Shop”.