No hay mejor deseo para un matrimonio que su felicidad. En definitiva es lo que cada uno ansía. La felicidad debe involucrar toda nuestra vida, no puede detenerse en parte de ella como si allí se alcanzara la plenitud, ya que descubrimos que el tiempo pasa y las circunstancias varían. La felicidad, al ir construyéndola, produce un estrado consciente de satisfacción cuando se experimenta el logro de un objetivo, de un deseo. Es como un sentirse uno bien consigo mismo. Todos tenemos al alcance la felicidad, sobre todo quienes son humildes, sencillos y generosos. La felicidad no es algo que llega porque sí, ni puede ser adquirida de una vez para toda la vida. Se consigue con esfuerzo y sacrificio. Su búsqueda es un arte. No existen recetas mágicas para ser feliz, pero hay ciertos elementos que deben acompañar la búsqueda de la felicidad: la reflexión, el conocimiento de uno mismo, la propia aceptación y estima, el amor a sí mismo, el respeto a los demás, orden, disciplina, fuerza de voluntad, fidelidad a la propia conciencia y al camino de Dios. También hay peligros y enemigos de la felicidad: la exagerada búsqueda de si mismo, centrarse en el propio yo, ir detrás de los éxitos fáciles, de las gratificaciones inmediatas y del placer momentáneo, el egoísmo, el orgullo, la ambición y la injusticia.La felicidad en el matrimonio, ¿es posible? Muchos frente al altar dijeron +sí, quiero+, pero después con el tiempo se fueron disolviendo en no quiero, no puedo o no querré nunca. Sin embargo existen muchísimos matrimonios que son felices a través de los años. ¿Cuál es el secreto? El secreto de la felicidad matrimonial comienza en conocer los deseos y aspiraciones de uno mismo, del cónyuge y de la relación interpersonal. Cuando se asume lo realista de esos deseos y aspiraciones, se va descubriendo que la felicidad esta en casa y no fuera de ella. Además, para afirmar que la felicidad en el matrimonio es posible, se requiere un trabajo en conjunto. ¿Cómo caracterizar un matrimonio feliz? No existe un molde determinado, pero podemos tomar las características comunes de matrimonios que llegan a serlo: -Son sinceros y honestos entre los dos. -Creen que pueden lograr lo que se proponen. -Cueste lo que cueste están decididos a hacer funcionar su matrimonio. -Están dispuestos y abiertos a compartir todo su ser. -Enfrentan con valentía las crisis matrimoniales, los conflictos y los problemas comunes. -Controlan los resentimientos, la ira y los celos. -Confían entre sí como verdaderos amigos. -Se aceptan el uno al otro tal cual son -Se perdonan mutuamente cuantas veces sea necesario. -Dedican periódicamente, un tiempo determinado a divertirse juntos. -Oran y leen la palabra de Dios juntos. -Son generosos, abiertos, hospitalarios y acogedores. Por Ricardo Facci