Vanya y Natalya debatieron en ruso qué comer y después de la elección se las ingeniaron para que el inglés les saliera fluido a la hora de comprar un agua saborizada. Un poco más alejados, los turistas de Buenos Aires no pararon de filmar la naturaleza sanjuanina. De esta forma y ante la mirada de varias personas de la provincia, los turistas se animaron al kayak, el deporte aventura que más visitantes concentran en la zona del Río San Juan, en el Parque de Agua.
Esta mezcla de idiomas es común es esta zona porque además de turistas en familia, el parque de agua es muy visitado por kayakistas de todo el mundo. ‘Viene gente de Brasil, Chile y otros países a practicar con estas olas‘, dijo Mauricio Caiff, uno de los instructores. Ahí, el Sol, que es el fiel compañero de las siestas, y el agua, que tiene una temperatura casi perfecta, hacen que sea un lugar soñado. Sumado a esto, el paisaje que mezcla playa, cerros y algo de vegetación provoca que los turistas no pasen por alto el lugar. Mientras que la opción de hacer un deporte aventura a sólo 17 kilómetros de la ciudad de San Juan logra que la oferta sea aún más deliciosa.
Con un español casi inentendible, los jóvenes rusos contaron que llegaron a San Juan después de haber estado en Mendoza, a principios de diciembre. ‘Nos tiramos en un río en Mendoza pero no tiene la emoción de éste. Estas olas son buenísimas‘, dijo Natalya y contó que se quedarán por lo menos dos semanas más.
Por su parte Emilio Lucero, de Buenos Aires, llevó a su hijo de 10 años para que se tirara en el kayak. ‘Es un lugar magnífico. Nosotros venimos todos los años a San Juan de vacaciones. Y siempre visitamos el dique de Ullum y ahora cuando pasamos por acá vimos esto y mi hijo quiso que bajáramos a ver si lo podíamos hacer kayak‘, dijo Emilio. Y fue así que Francisco, su hijo, fue uno de los primeros turistas de la jornada que se puso el salvavidas, el caso y que recibió las instrucciones de Facundo, el profe que se tira con la gente.
La mayoría de los turistas dijeron que además de la naturaleza, la aventura de esos minutos es incomparable.
La tensión de no saber con qué se encuentran antes de meterse al agua, sumado a la inexperiencia, hace que el miedo a veces se sienta. Sin embargo ver la diversión que transmiten los que salen del río hace que la idea de ser kayakista por un rato no se borre de la mente. ‘Está buenísimo‘, dijo Francisco mientras se miraba el agua que le chorreaba de la ropa.

