– ¿Por qué recibieron al padre Santurio cuando fue expulsado de la Iglesia Romana?
– Porque sabemos que es una excelente persona y sacerdote. Acá se le abrió las puertas porque sabíamos que era lo que necesitaba, ya que la iglesia de Roma se las cerró. Nosotros pensamos que a los sacerdotes se lo defiende, pero pareciera que ellos querían destruirlo.
– ¿Consideraron mal la expulsión del cura?
– A él le prohibieron celebrar misas de sanación, ir a hospitales a ver enfermos o imponer las manos y eso es el trabajo de un sacerdote. Lo que no les prohibieron fue que les llevara el diezmo. Eso se lo pedían. Eso estuvo mal porque para algunas cosas fueron exigentes y para otras no. Y ahora, en vez de ocuparse de los problemas de ellos, que bastante tienen, se ocupan de Santurio porque convoca a mucha gente.
– ¿Por qué creen que es tan convocante?
– Cuando conocí al padre, que todavía pertenecía a la otra iglesia, convocaba a miles de personas y cada día un poco más, como ocurre actualmente. Para mí eso es porque a la gente no le importa si es ortodoxo o romano. Hoy, las personas quieren sentir la presencia de Dios sin importar quien los lleve a ese lugar que necesitan.
– En un momento se dijo que lo habían expulsado también de la Iglesia Ortodoxa. ¿Por qué fue eso?
– Nunca fue echado. Eso fue una mala interpretación de otro obispo, pero quedó todo arreglado inmediatamente. Fue un traspié nuestra que afectó al padre.
