Rusia efectuó ayer el mayor canje de espías con Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría, que celebró como una muestra elocuente de la mejora de las relaciones entre Moscú y Washington. Tras días de intensas consultas diplomáticas, EEUU entregó a Rusia a diez rusos detenidos por espiar para Moscú, que a su vez liberó a cuatro ciudadanos rusos que cumplían condena por trabajar para los servicios secretos norteamericanos. El intercambio de espías tuvo lugar en el aeropuerto Schwechat de Viena, donde habían aterrizado un Boeing-767 procedente de EEUU y un Yak-42 enviado por el ministerio ruso de Situaciones de Emergencia. Los diez rusos detenidos en EEUU hace dos semanas han aceptado la víspera un trato con la justicia por el que se reconocieron culpables de actividades ilegales, aunque no de espionaje, a cambio de su deportación a Rusia. Por su parte, Rusia liberó de la cárcel y entregó a tres ex oficiales de sus servicios secretos y a un científico a los que el presidente ruso, Dmitri Medvédev, indultó la víspera para hacer posible el intercambio. La Cancillería rusa declaró que el acuerdo de canje con EEUU, el mayor entre ambos países desde 1985, cuando más de 20 espías fueron intercambiados en Berlín, fue posible gracias a la actual primavera en las relaciones bilaterales. Según analistas, tanto Moscú como Washington deseaban cerrar cuanto antes el embarazoso caso de espionaje, que ensombrecía sus nuevas relaciones y podría torpedear la ratificación en EEUU del nuevo tratado de desarme nuclear.
