Leo Rubiño tiene 30 años y desde niño es un apasionado de los ovnis y fenómenos paranormales. Y a principio de año hizo el gran hallazgo de su vida: un meteorito caído del cielo. Dice que desde que lo tiene en casa se inyecta menos insulina que lo acostumbrado, y que con sólo tocarlo la mala onda se transforma en energía positiva.
El meteorito cayó en La Laja a unos 30 kilómetros de su casa. Pero la distancia no fue un obstáculo para ir a buscarlo en su moto. Se enteró de su caída gracias a sus padres que se encontraban en esa localidad de Albardón en ese momento. Inmediatamente buscó la localización exacta del aterrizaje a través de un programa de internet. Localizó un cráter de grandes dimensiones y salió en búsqueda del meteorito que suponía gigantesco. Sólo encontró una roca oscura de 800 gramos de peso. "El gran meteorito debe estar enterrado a varios metros de profundidad porque no se ve -sostuvo Rubiño-. Me traje parte de ese meteorito donde se puede ver como se ha fundido por el calor al chocar con la atmósfera".
Una vez en su poder, Leo mandó e-mail a especialistas locales, nacionales y extranjeros para que corroboraran que se trata realmente de un meteorito. Sólo recibió respuestas de especialista de Texas (Estados Unidos) que confirmaron su autenticidad.

