El sábado pasado, como todos los días, Adolfo Rodríguez salió muy temprano de su casa con ocho termos llenos para vender café en el centro. El hombre es ciego y desde hace 10 años trabaja de cafetero en la calle para ganarse la vida y mantener a su familia. Pero, mientras esperaba el colectivo en Chimbas, donde vive, un hombre joven se acercó a él, lo amenazó con una sevillana y le robó los termos y la mochila y el bolso en los que los llevaba. "Ahora tengo que empezar de nuevo y tengo miedo", dice Adolfo con la voz temblorosa. Y cuenta que había comprado los elementos para trabajar con mucho esfuerzo.

El cafetero tiene 4 hijos: dos gemelos de 12 años, una nena de 10 y otra de 8 años. Y su esposa también es ciega. El mantiene a su familia vendiendo café. Según cuenta, es lo único en lo que puede trabajar como consecuencia de su pérdida progresiva de la visión. "Hace un tiempo podía andar en bicicleta, pero ya no veo lo suficiente, sólo veo sombras cuando es de día, por eso me muevo en colectivo", cuenta. Y relata que el sábado pasado, alrededor de las 8:15, cuando esperaba el micro, un hombre se acercó a él y le pidió un cigarrillo. "Yo le dije que no tenía. Y es cierto, porque no fumo. Entonces me pidió una moneda para comprar, pero le dije que tampoco tenía, porque todavía no empezaba a trabajar. Ahí me dijo que me iba a matar", recuerda Adolfo.

Después el joven, que según cuenta Adolfo tenía mucho olor a alcohol, le pidió un café. Con miedo, él llenó un vaso y se lo dio. Pero el asaltante se quejó porque estaba muy caliente. Entonces reaccionó: sacó una sevillana, se la puso a unos 15 centímetros del cuello y le dijo que lo iba a matar. "Yo no sentí miedo por mí sino por mis hijos, porque si me hacía algo, ¿qué van a hacer ellos? Entonces le dije que se llevara todo lo que tenía pero que no me hiciera nada", cuenta. Y dice que después de eso, el joven tomó la mochila y el bolso con los termos y se fue corriendo.

Desesperado, Adolfo corrió a su casa para pedir a un familiar que lo ayudara, pero no encontraron al ladrón. Entonces decidió ir a una radio a contar lo que le había pasado. El dueño de una cafetería sanjuanina, que está cerca de la zona en la que él trabaja habitualmente, escuchó su testimonio y le regaló tres termos y medio kilo de café para que pudiera retomar su tarea. "Yo le agradezco muchísimo a ese cafetero, para mí es muy importante su ayuda. Pero le pido al chico que me robó que me devuelva las cosas, las necesito para mantener a mi familia", dice Adolfo.

Con los tres termos el hombre pudo salir a trabajar ayer por la mañana, aunque con miedo. Y ya piensa que le llevará mucho tiempo y esfuerzo poder juntar plata para comprar una mochila y termos nuevos.