Para Ana Luisa De Tomasso (52), el día debería tener 25 horas. O más. Es que su trabajo de odontóloga, tanto en el PAMI como en su consultorio particular, lo alterna con el de artesana. Oficio que comenzó hace más de 10 años para darse algunos "lujos": desde 1997 se dedica a hacer pesebres para vender y poder así contar con dinero suficiente para ir a los congresos de odontología o, incluso, hacer de vez en cuando un viajecito de vacaciones. Y hasta ahora su veta artesana le ha dado buenos resultados.
"Siempre me gustó la artesanía -confiesa- y decidí hacer un curso de pintura y pátinas. Cuando aprendí lo suficiente hice mi primer pesebre en yeso. Y de ahí empecé a dedicarme a las dos actividades que, por cierto, son muy similares entre sí. Ambas requieren un trabajo paciente, minucioso y detallista. La única gran diferencia es que si una escultura te salió mal, la podés tirar y comenzar una nueva. Con un diente no podés hacer lo mismo".
Con el tiempo la odontóloga fue adquiriendo experiencia y popularidad como artista. Dice que algunos de sus pacientes van a verla al consultorio sólo para encargarle alguna obra en particular. Actualmente hace pesebres en miniatura y otro tipo de artesanías en yeso y cerámica. Y sin descanso. Es que el próximo miércoles comienza en la provincia la Feria Internacional de Artesanías, donde tendrá un puesto.
"Ya me parezco a Bernardo Neustadt por dormir sólo tres horas, pero no me preocupa -sostiene-. Para mí, lo prioritario es desempeñar mis dos trabajos a la perfección y aumentar mis ingresos, aunque eso implique ni siquiera descansar los domingos. Esos días atiendo el stand de artesanías que tengo en la Feria de las Pulgas".
A pesar de que Ana Luisa De Tomasso se siente muy a gusto con ambos trabajos, y con las ganancias que le dejan, sostiene que si tuviera que elegir uno de ellos, elegiría el de odontóloga. Y no porque el de artesana le signifique un sacrificio. Dice que la odontología es la carrera que eligió y la que le dio un título profesional que puede exhibir con orgullo mientras que la artesanía, más allá del reconocimiento tanto popular como económico que le deja, es sólo algo complementario.

