El silencio absoluto de una misa se transformó en calurosos aplausos cuando en el escenario, también usado como altar, fue presentado el padre Eduardo Meana. La alegría invadió a los más de 1.000 chicos y el entusiasmo de las palabras del sacerdote y músico se contagió a todos. A tal punto que ni el frío se sintió dentro del Estadio cubierto Aldo Cantoni.

Así, con las ganas de divertirse y reflexionar sobre la palabra de Dios, se vivió ayer las V Jornadas Diocesanas de Jóvenes.

A las 9 de la mañana el estadio se volvió en el epicentro de una fiesta. Banderas colgadas en las tribunas, mantas para sentarse sobre el parquet de la cancha y los infaltables termos para el mate comenzaron a darle color a la jornada que ya se convirtió en un clásico entre los jóvenes. Después de la misa, los chicos entonaron canciones religiosas y bailaron desde las tribunas, sin parar. Sin embrago el momento de mayor griterío y aplausos fue cuando sobre el escenario Meana, que es un referente para los jóvenes, se acercó al micrófono. Entre risas simuló no poder hablar de la alegría, hasta que con palabras sencillas y sin hacer diferenciación entre las congregaciones (él es salesiano) dijo sentirse feliz de haber llegado a la provincia.

Este fervor creció cuando el sacerdote patagónico bajó del escenario y se acercó a saludar a los jóvenes. Como si fuera una gran estrella de rock o un actor de Hollywood se volvió en el dueño de todas las miradas. Amontonados, con los celulares preparados para sacarse fotos y hasta con rosarios o estampitas para que les bendijera, los chicos se acercaron a Meana, quien nunca perdió la tranquilidad y saludó a todos.

Los jóvenes, de distintas parroquias, disfrutaron de la jornada que duró más de 7 horas. Almorzaron y compartieron experiencias y demostraron que este encuentro religioso es un éxito.