La Iglesia Católica sanjuanina se prepara para celebrar una ceremonia de ordenación histórica, pues por primera vez en la provincia serán ordenados un sacerdote y tres diáconos seminaristas junto a tres diáconos permanentes, es decir, que son hombres casados. Hasta ahora, estas ceremonias se llevaron a cabo por separado, pero monseñor Alfonso Delgado decidió romper con la tradición y la solemne misa se realizará el próximo viernes a las 20, en la Catedral.
Los futuros diáconos permanentes son Oscar Bettio, Juan Carlos Carbajal y Guillermo Zapata, todos casados y con hijos, quienes podrán ejercer el ministerio desde el mismo momento en que también sean ordenados los seminaristas Juan Antonio Morely, Gabriel Aciar y Jonatan Félix Vidable. La diferencia es que los tres últimos tendrán lo que se denomina un diaconado transitorio, pues este es el paso previo a la ordenación sacerdotal. Los hombres casados, en cambio, ya no podrán alcanzar otra jerarquía, por eso serán diáconos permanentes. A su vez, en la misma misa, Fabián Díaz, quien ejerce su labor en la Basílica de Desamparados, será ordenado sacerdote. ‘El diaconado es una vocación y un ministerio para el servicio de la caridad, para la predicación de la Palabra de Dios, de la catequesis, de la formación cristiana de los demás fieles, y para la liturgia’, dijo monseñor Alfonso Delgado.
En el Arzobispado de Cuyo históricamente estas ceremonias se concretaron por separado, pero Delgado consideró que era tiempo de cambiar pues los diáconos permanentes realizan la misma tarea pastoral que los transitorios. “El diaconado es uno de los tres grados del orden sagrado, compuesto por los obispos, sucesores de los apóstoles; por los presbíteros, cuya principal misión es la celebración eucarística; y por los diáconos”, agregó Delgado
DE QUÉ SE TRATA
Pueden ser diáconos permanentes todos aquellos hombres bautizados que hayan recibido cierta preparación (los tres sanjuaninos ya son ministros acólitos, es decir, ayudan a los diáconos en el altar y en la liturgia). Además, si son célibes, deberán permanecer célibes y si son casados permanecerán como tales. Si enviudan, no podrán volverse a casar, salvo una dispensa expresa. Además, antes de la ordenación deben tener el consentimiento de sus esposas.
Pueden proclamar el Evangelio; predicar y asistir en el Altar; bautizar; bendecir el matrimonio; portar el viático a los moribundos (pero no dar la unción a los enfermos); administrar los sacramentales como el agua bendita, la bendición de casas, imágenes y objetos; presidir el rito fúnebre y la sepultura; leer la Sagrada Escritura y eventualmente pueden ser designados a cargo de una Diaconía o presidir una celebración dominical. Lo que no pueden hacer es celebrar misa o consagrar la Eucaristía.
En San Juan actualmente hay seis diáconos permanentes que están activos y tres de ellos fueron ordenados en 2011. Los anteriores lo habían hecho en 1999, con monseñor Di Stéfano.
La palabra ‘diácono‘ deriva de la palabra ‘diaconía‘, que significa servicio. Con toda la fuerza del Colegio Apostólico, los apóstoles instituyeron el ministerio diaconal en la Iglesia, que es un ministerio ordenado al servicio de sus hermanos. El ministerio diaconal tuvo gran importancia en los primeros siglos de la Iglesia. Entre ellos hubo grandes ejemplos de santidad y de servicio, y enriquecieron enormemente a las primitivas comunidades cristianas. Podían ser célibes o casados. Según escribió San Pablo, debían ser ‘hombres respetables, de una sola palabra, moderados en el uso del vino y enemigos de ganancias deshonestas‘. Si eran casados, debían ser ejemplo en el gobierno de la casa y en la educación de los hijos.
Con el correr de los siglos, las funciones propias de los diáconos fueron asumidas por el ministerio sacerdotal. Su fisonomía propia y su propio quehacer se fueron como desdibujando a lo largo de la historia.

