Algunas chicas sólo iban a meter los pies al agua y se metieron enteras. Otros sólo entraron para refrescarse. Con el lago hasta las rodillas varios se salpicaban y reían escupiendo el agua que se arrojaban. Esto pasó ayer en el Dique de Ullum, en las playas de la Universidad y de Palmar del Lago, antes de que el viento Sur sacara a los audaces del agua.
Después de saltar y bailar en la U por la música que se escuchaba mezclada con la voz de un animador, los chicos tenían mucho calor. No hubo ni bikinis ni zungas. Hubo mayas para los chicos y jeans para las chicas. Igual, al agua. Giselle y Soledad, de 18 años, se estrujaban las remeras sin sacárselas en la orilla de la playa de la U. "Fuimos a mojarnos los pies y como hace calor nos metimos a nadar", dijo Giselle. Soledad, abrasándose por el viento, dijo que "sólo tenemos una remera seca cada una, así que el pantalón se nos tendrá que secar con el aire".
El Sol obligaba a usar gorra. Y muchos andaban sin remera. El viento, si bien corría con ganas, no molestaba a los jóvenes, en su mayoría adolescentes que pasaban el día en el dique. A las 17 la temperatura llegó a su cúspide, con 28,8 grados centígrados según el Servicio Meteorológico Nacional.
Con las zapatillas que le chillaban con los pasos, a unos 50 metros de las dos chicas, Jonathan, de 18 años, salía del agua con una botella llena. "Es para chayar con mis compañeros de la escuela", dijo el chico y comenzó a revolear la botella en medio de sus amigos.
En el Palmar, Horacio, de 20 años, le había hecho agujeros a la tapa de una botella plástica de gaseosa. Era un improvisado pomo con el que perseguía a sus amigas para mojarlas. Se divirtieron con el agua y la chaya hasta que llegó el viento Sur que opacó la tarde.

