De los 2 casos anuales de niños con anorexia nerviosa que recibía el Hospital de Día del Hospital Guillermo Rawson hasta el 2005, la cifra creció en forma alarmante. Hoy son 12 los casos anuales, con el agregado de que los pacientes son cada vez de menor edad: hay chicos de 4 y 5 años en esta situación. Una proyección que indica que en 6 años, la cifra de chicos con este desorden alimentario se sextuplicó.
En resumen, cada vez hay más niños, y cada vez más pequeños, que dejan de comer hasta el punto de necesitar apoyo psicológico para superar su problema.
‘Cuando hablamos de chicos menores de 12 años que llegan acá, estamos hablando de casos que se ubican en los dos extremos de lo que se denomina desórdenes alimentarios: por un lado, el sobrepeso y por el otro, la anorexia nerviosa‘, graficó Valeria Rambaldi, una de las integrantes del equipo de psicólogas del Hospital de Día. La precariedad de las chapas que albergan a esta unidad contrasta con el clima cálido que se respira en su interior.
En ese ámbito, un poco escondido entre el viejo edificio del Hospital de Niños y con la moderna construcción del nuevo Hospital Rawson a pocos metros, funciona el lugar donde muchos chicos sanjuaninos concurren semanalmente para solucionar su problema con la comida. ‘En general, son tratamientos largos.
El abordaje lo hacemos con la familia, porque es la única manera de encontrarle salida al problema‘, apuntó Belén Seva, otra de las profesionales. Andrea Cañas, la tercera psicóloga del equipo, agregó en sintonía con sus colegas, que ‘cuando la gravedad del caso lo requiere, en vez de trabajar una vez por semana, lo hacemos dos veces por semana. Siempre el tratamiento es ambulatorio, porque no tenemos infraestructura para internación‘.
El Hospital de Día tiene una modalidad de trabajo que contempla jornadas de 8 horas para sus pacientes, algo impensable para niños muy chicos. ‘Separarlos de su casa y de su entorno familiar durante tantas horas al día hasta podría ser contraproducente para los niños‘, explicó Belén Seva.
La llegada de los chicos al Hospital de Día casi siempre se produce por indicación del pediatra. ‘Tanto cuando son niños con sobrepeso como cuando tienen algún cuadro de desnutrición porque no comen, es el médico el que detecta que algo está pasando‘, dijo Belén Seva. Pero contrariamente a lo que se pueda pensar, el hecho de no comer no siempre va asociado a ‘no tener para comer‘.
‘Si bien los casos que llegan al hospital son de estratos de población con menos recursos económicos, no estamos hablando de pobreza extrema. Para decirlo mejor, son niños que no comen sencillamente porque dejan de comer y que reúnen muchas de las características de la anorexia nerviosa. A partir de allí comienza el trabajo para averiguar las causas y avanzar en su solución. Por eso es tan importante la familia‘, explicó Rambaldi.
En la cifra de niños con desorden alimentario que son tratados en el Hospital de Día hay varones y nenas, pero éstas últimas marchan a la delantera en cuanto a número. ‘A veces, llegan porque en la escuela alguien se dio cuenta que son niñas que siempre están picoteando la comida y que todo el tiempo están buscando qué comer‘, agregó Cañas.
Los conflictos familiares, los malos hábitos alimentarios, la ausencia de uno o dos de los padres aparecen como las principales causas de los desórdenes con la comida. ‘Esto no quiere decir que sean chicos abandonados. Un ejemplo es el de aquellas casas donde la mamá trabaja todo el día, llega a cocinar a las apuradas y termina comiendo parada en la cocina mientras los chicos miran TV. Eso es lo que los chicos ven y aprenden.
Otro caso son aquellas mesas donde se pelea todo el tiempo y los chicos dejan de comer por esa razón‘, señaló Rambaldi. El tratamiento, en cualquier caso, puede durar cerca de un año. ‘Se trabaja con la familia, porque la causa del problema está casi siempre ahí. Cambiar los hábitos alimentarios de toda una familia no es nada fácil. Pero es la única manera de ayudarlos‘, concluyó.
