El chofer no tuvo que tocar bocina cuando llegó a la casa de Rocío Fernández. La chica, de 16 años, salió ni bien escuchó el motor del vehículo. Es que desde hacía media hora estaba esperando tras la ventana su llegada. Salió con una sonrisa y tan rápido como se lo permitió el caminador que usa para trasladarse, ya que por causa de una parálisis cerebral tiene dificultad para caminar. Sin demora subió a la combi para emprender el viaje hasta el lugar que se convirtió en su sitio preferido: el Hogar de Día para discapacitados, en 9 de Julio donde participa de varios talleres. DIARIO DE CUYO se subió a esta movilidad que traslada a los chicos discapacitados de diferentes localidades hasta este lugar y compartió el viaje con los ellos. Duró una hora y estuvo marcado por la alegría y el entusiasmo.

El vehículo tomó por una huella de tierra para llegar a la finca donde vive Viviana Sánchez. Estaba parada en la tranquera esperando que la pasen a buscar. ‘Estaba asustada porque ya está clarito y no me pasaban a buscar’, dijo esta chica de 29 años que padece de retraso madurativo.

Desde que subió hasta la llegada a destino, Viviana no paró de hablar. Contó que ya estaba ‘mejor del pecho’ y que se había bañado ‘ayer y el otro día’. Además, se encargó de marcarle el itinerario al chofer. ‘Ahora vamos a buscar el Fede allá lejos’, dijo. Se refería a Federico Leiva, también con retraso madurativo, que vive en Las Chacritas a unos 8 kilómetros del Hogar de Día. Como los demás, Fede estaba en la puerta esperando la combi.

La cuarta en subir fue Sandra Pastén, también de Las Chacritas, que llevaba esperando 15 minutos en la vereda, envuelta en una bufanda. Ni bien subió hizo la misma pregunta de todos los días ‘Cuándo van a ir a mi casa a desayunar?’. El resto de los chicos la miró sin contestar. Sólo Viviana le dijo ‘no vamos a faltar al hogar para ir a tu casa’.

Elvia Espinoza, la profesora de teatro que suele acompañar a los chicos en su viaje, dijo que ellos se ponen tristes cuando llega el fin de semana o un feriado largo, ocasiones en que no asisten al Hogar. ‘Antes de que este lugar abriera sus puertas, estos chicos no salían de sus casas. Ahora hasta hacen obras de teatro’, dijo la profesora.

Daniel Nievas y Belén Fernández fueron los siguientes en subir a la combi. Lo hicieron en silencio y sin poder ocultar el descontento porque la combi demoró unos 5 minutos más de lo habitual en buscarlos. Pero, les cambió el humor cuando subió Juan Yavel, el último pasajero. Es que finalmente, luego de una hora de recorrido, la movilidad se dirigió al Hogar.