Boca perdía por un gol ante Guaraní. Así se fue al descanso. Pero en el complemento aparecieron los grandes reyes. Primero, Juan Román Riquelme, con un penal inventado por el chileno Enrique Osses, igualó el partido. Y ahí, cuando el Pelado Ischia entendió que era el momento de mandar a la cancha a los otros dos “peso pesados”, la historia tomó otro rumbo. Entraron Palermo y Palacio. Estaba Riquelme. El técnico no inventó nada. Sólo dejó que fluyera la calidad del tridente. Entonces Boca fue una tromba. Y el final estaba cantado. Martín Palermo, luego de un gran centro forzado de Fabián Vargas se tiró al piso para empujar la pelota al segundo gol. Y faltaba el de la Joya Palacio, que no se hizo esperar. Que llegó faltando sólo cinco minutos para el final. Después de un gran pase del propio Román. A cualquiera se le hará muy difícil ganarle a este Boca. Pero más todavía si en la cancha están éstos tres que suman goles por todos lados. Riquelme, Palacio y Palermo. La vieja fórmula que puede desembocar en otro título.
