Con las primeras luces del día ya se pudo prever que el simulacro sería una verdadera producción cinematográfica. Hasta el backstage convocó a cientos de curiosos que desde las 9 de la mañana se acercaron para ver cómo los voluntarios que trajo el Ministerio de Salud de la Nación comenzaron a armar un hospital de campaña y los 40 ataúdes ecológicos que trajeron para colocar las víctimas fatales. Todo antes de que comenzara el ejercicio de trabajo en casos de catástrofes. Es que el simulacro que se realizó ayer en Caucete, organizado por el municipio, el Centro de Operaciones de Salud Pública para la Emergencia Provincial (COSPEP) y las carteras de Salud de la provincia y de la Nación, no incluyó tareas en tiempos reales y fue una muestra de cómo se debe trabajar cuando ocurre un siniestro.
A las 9:30 horas una ambulancia con sirenas encendidas y a gran velocidad ingresó al hospital de Caucete, desconcertando a los organizadores del simulacro que todavía no había comenzado. Era una movilidad que transportaba a un herido real, un hombre que había protagonizado un accidente de tránsito. De ahí en más, todo fue ficción.
"Ayudenmé, me duele, no puedo respirar", gritó una chica que llegó caminando hasta el hospital, con heridas cortantes en la cabeza y en las piernas, sufridas por el supuesto derrumbe del techo de su casa. Inmediatamente entraron en acción las cuatro ambulancias estacionadas frente al centro de salud. No todas transportaron heridos. Sólo una ingresó llevando a una persona en estado grave hasta el patio trasero del hospital donde lo esperaba el helicóptero de la provincia para trasladarlo hasta el Hospital Rawson. Todo ocurrió ante la presencia del gobernador Gioja, del ministro de Salud de la provincia, Oscar Balverdi, y del ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur, que presenciaron el simulacro desde el comienzo hasta el fin. También ante los curiosos, especialmente niños, que atravesaban corriendo por frente de las ambulancias y autobombas en marcha, para no perderse el despliegue de bomberos, policías, soldados, médicos y heridos.
"Bájense de ahí, no queremos tener heridos de verdad", gritó uno de los bomberos que estaba en otros de los escenarios donde se desarrolló la acción. La advertencia fue para un grupo de 10 chicos que se subió al techo de una casa para poder ver cómo rescataban a las víctimas que habían quedado atrapadas bajos los escombros, y escuchar mejor al locutor que relataba a través de un megáfono cómo se estaba llevando a cabo el rescate. Relato que se mezcló con el de un periodista ficticio que trató a toda costa de ingresar a la zona de la tragedia, y que fue retirado rápidamente por los gendarmes. Cosa que no pudieron hacer con una madre que clamaba por saber si su pequeño hijo estaba bajo los escombros. Ese papel dramático lo interpretó Romina, una estudiante de Medicina. Y lo hizo tan bien, que se llevó el aplauso de la gente. Pero su rol no terminó allí. A los gritos y patadas, quiso llegar hasta su hermana, una de las heridas que permaneció tendida en el suelo de una plazoleta donde los médicos hicieron la clasificación de heridos para determinar cuáles requerían atención urgente. Un par de minutos después, Romina ocupó una de las camas improvisadas en el hospital de campaña. Allí pidió agua porque por tanto gritar se le había secado la garganta.
A las 12:30, el simulacro terminó, sin que se hiciera un balance de lo vivido. El ministro de Salud de la Nación sólo se limitó a decir que San Juan, como otras regiones del país, "no está del todo preparada para enfrentar una catástrofe, pero para eso está la Nación, para asistirla".

