Irlanda se ha convertido en el segundo país de la zona euro en necesitar la ayuda financiera de sus socios para evitar una suspensión de pagos segura. Apenas seis meses después de Grecia, la pequeña isla atlántica ha tenido que recurrir a la ayuda internacional, asfixiada por la presión del mercado. A diferencia del caso griego, que sorprendió a Europa sin herramientas para hacer frente a la crisis, los gobiernos de la UE han podido dar una respuesta rápida a la petición de auxilio.
