Próxima estación, Rusia. Maty Amaya se propuso hace 2 años que el próximo 15 de junio estaría en San Petersburgo, justo cuando comienza el Mundial de fútbol. Como en aquel entonces, sus días transcurren arriba de una bicicleta. Hoy se encuentra en Lituania, camino a cumplir su próxima meta.

 

Maty Amaya nació en San Juan y hoy es ciudadano del mundo. En un viaje que planificó que durase poco más de un par de semanas y comenzó en 2012, hoy se encuentra en Lituania, lugar de paso para su próxima meta que es estar el 15 de junio en la ciudad de San Petersburgo, la segunda más poblada de Rusia y una de las sedes del Mundial de fútbol, que comenzará un día antes.

Lo que parece imposible, muchas veces solamente cuesta un poco más conseguirlo.
MATY AMAYA

Pero Maty, que solamente se traslada en su bicicleta desde 2015, no sentirá que llegó a destino. Es más, ni se quedará ahí todo el torneo. La ciudad envuelta en clima de festejos con visitantes de todo el mundo será simplemente una estación más en su diario de viaje, porque tendrá las horas contadas para cumplir con su siguiente objetivo: apreciar las auroras boreales en Finlandia, en el extremo norte continental europeo.

"Si me quedo para el Mundial tengo miedo que me agarre el frío. Quizás llegue un poco antes a San Petersburgo y pueda disfrutar un poco más, pero no puedo quedarme más días de lo previsto si quiero ver ese espectáculo en el cielo", afirmó el sanjuanino de 35 años que hoy se encuentra en Lituania y el lunes pasado, en Polonia.

 

Donativos. Maty obsequia fotografías de los diferentes lugares que visita
a quienes le aportan algún dinero para financiar el periplo que no tiene fin.

 

Esta historia comenzó el 5 de abril de 2012. Amante de la vida al aire libre y el kayak, Maty decidió viajar a Brasil. "Nunca imaginé que eso iba a durar más de 15 días y ya lleva 6 años. Hoy lo único que extraño es a mi familia, nada más".

La experiencia lo envolvió desde el principio y decidió quedarse más tiempo, aunque se relegaran los estudios como arquitecto. Su nuevo propósito pasó a ser ir en bicicleta hasta Panamá y nunca se bajó. Sí pasó de nuevo por San Juan en 2015, aunque sólo vino a visitar a sus seres queridos y cambió de continente.

Desde entonces, su "rutina" es pedalear un promedio de 80 kilómetros por día, 5 veces a la semana, en su bicicleta que pesa 90 kilos, con la carga completa: "Llevo de todo. Ropa de invierno, verano, lluvia. Carpa, cocina, libros. Fotos, cámara de vídeo y cámara de fotos. Rueda y equipo de repuesto para la bici. Seis a ocho litros de agua por día. Comida para 5 días y 2 tubos de gas para mi cocina".

Porque es amante de las sorpresas, no averigua mucho de San Petersburgo. Sí está en tratativas para recibir apoyo y pasar de Europa a Asia. Es decir, no contempla la posibilidad de bajarse.

 

Postales. Al viajero le gustan las sorpresas, por lo que averigua poco y nada de los lugares que visitará. Así, su rutina es asombrarse continuamente.

 

Mediático. Medios de varios países entrevistaron a Maty, quien además
de castellano habla inglés y portugués.

 

 

>> Un anecdotario que no descansa   

 

En un viaje sin tregua, Maty Amaya va acumulando kilómetros en su bicicleta y anécdotas en su mente, cuerpo y alma. Cada día, algo nuevo hay.

"Polonia me sorprendió por su gente. Voy por la calle y me invitan a un cumpleaños. O a quedarme en sus casas. Me regalaron comida y ropa en una esquina. Quizás estaba mal vestido", soltó con una carcajada.

Claro que no todo es risas: "Me dolió mucho ver los campos de concentración en vivo", agregó.

 

El inicio. Maty empezó a viajar por el kayak. De los primeros recuerdos, figura el salto de una cascada de 30 metros.

 

Hizo memoria de un par de semanas y continuó: "República Checa también es linda por su gente. Una familia me invitó a su casa por 7 días y después viajaron conmigo 4 días en bici. Me encantó". Aunque de esas hay muchas: "Gente de España Francia, Brasil, Argentina, Italia. República Checa y Polonia han viajado conmigo aquí en Europa". En Italia están los dos récords: "Una familia en Roma me hospedó en su casa por 2 meses, donde pude imprimir mi libro. Y en Bologna, Giusepe, de 66 años, viajó 25 días conmigo por el sur de Italia".

Y también de visitas inesperadas. "En la isla de Cerdeña, mientras dormía en mi carpa, me atacaron jabalíes. Había dejado la comida abierta y tuve que tirarselas afuera. Esos días me quedé sin comer".