“Me pica la mano, má”, le dijo Ismael (6) a su mamá, mientras rozaba con cuidado el vendaje alrededor de lo que quedó de su brazo, intentando rascarse algo que ya no existe más en su cuerpo. “Los médicos me dijeron que esa sensación se llama miembro fantasma y que a Ismael le va a durar años, porque su mente por momentos cree que aún tiene al brazo”, explicó Noemí Sánchez, la mamá del nene que perdió su extremidad en un terrible accidente en su casa de 9 de Julio, un caso que conmovió a la provincia. Ayer, en su habitación del Hospital Garrahan, el pequeño habló por primera vez ante un medio y lo hizo con DIARIO DE CUYO, recordando aquella siesta del 21 de septiembre. Con indisimulable timidez, pero con una naturalidad tan simple como estremecedora relató: “Yo sólo quise parar el secarropas con la mano”.
El pequeño habló en un día especial, pues a sus padres ayer les anunciaron que el viernes Ismael podrá regresar a San Juan, tras un rápida evolución luego de la tercera cirugía en la que debieron retirarle el reimplante del brazo pues su vida corría peligro. Además, el intendente de 9 de Julio, Walberto Allende, ayer visitó a la familia y les anunció que en dos meses podrán mudarse a una casa que empezarán a construirle en La Majadita, la localidad en la que viven. Provisoriamente, les prestarán un salón junto a la escuela a la que asiste el pequeño, en La Majadita. Como tiene baño y cocina, sólo le están colocando unos tabiques para separar la habitación. De todos modos, por indicación médica, Ismael no tiene fecha prevista para reincorporarse a clase. Por otro lado, en un terreno donado por la municipalidad, a la familia del pequeño les empezarán a construir una casa. Será una cocina-comedor de 6×4 metros, dormitorio y baño, con posibilidad de ampliar, dijo Allende.
Ismael al principio se mostró tímido, pero de a poco se fue soltando. La psicóloga que lo atiende y los profesionales del Garrahan les aconsejaron a los padres que Ismael no se guarde nada, que exprese sus sensaciones cuantas veces quiera, así ello implique revivir los momentos del accidente que le cambió la vida. Pero que de esa manera, podrá ir superando el shock.
“La tapa (del aparato) se cayó adentro y quise parar el secarropas con la mano. Grité, pero no me dolió. Cuando fui a ver a mi mamá pensé que me iba a retar, por eso le decía que no se asustara”, contó la criatura.
En su habitación del hospital ya se cansó de ver dibujitos por la tele y ahora juega con un compañerito de cuarto, Luchi, y con una Tortuga Ninja que le regalaron. Además, sus compañeritos del primer grado de la escuela Segundo Zapata le mandaron unas cartas con dibujos y una pelota de fútbol firmada por todos, incluido uno de sus mejores amigos: “el Santi, que se sienta conmigo”, contó el pequeño.
“Ya me aburrí de estar acá, quiero irme a la casa, quiero estar con mi hermana. Extraño los camiones y unos aviones que tengo de juguetes”, agregó el pequeño, y se puso unos lentes que le regaló su papá biológico, Juan Cataldo. Ismael, además de su mamá, también está acompañado por su padrasto, José Díaz.
Ayer, Ismael tenía mejor ánimo y se alegró cuando le dijeron que pronto volverá a la provincia. Igual, el impacto psicológico por la ausencia de su brazo será complicado de superar. “Tapame, má. Que no me vean, me da vergüenza”, le pidió a Noemí cuando le permitieron salir al exterior del hospital, una señal de su recuperación.
Entonces Noemí cubrió su herida con una sábana y avanzó por esa imponente mole de cemento que es el Garrahan empujándolo en una silla de ruedas, y dirigiéndose hacia el patio del hospital.
Además, las noches no son fáciles para el pequeño guerrero. Las pesadillas del accidente lo acosan, salta en su cama y grita por ese brazo que quedó girando en el secarropas mientras él buscaba auxilio. Los especialistas dijeron que todo eso es parte de un proceso, pero igual aumentaron la dosis de la medicación para que pueda dormir mejor y de ese modo descansar un poco.
El dolor también está latente porque la brutalidad del desgarro también le fisuró la clavícula y otros huesos de la articulación. Por eso le administran morfina.
Los pasillos del hospital, llenos de colores y dibujos, ven desandar casos como el de Ismael, pero también de criaturas con deformidades, calvicies por tratamientos oncológicos o enfermedades terminales. “Acá nos han tratado en forma increíble. No nos podemos quejar, pero ya quiero que Ismael vuelva a su casa. Él también lo pide. Quiero que nos concentremos en su recuperación, en la rehabilitación, en su nueva vida. Ya cuando volvamos pensaremos en una prótesis, pero ahora lo miro y doy gracias que está, que lo tengo. El primer día en el Garrahan me dijeron que más que el brazo, me preocupara por su vida, porque había perdido tanta sangre que no me daban esperanzas. Pero Ismael luchó y salió adelante”, contó Noemí.
El niño, porque está a punto de irse, ya recibe algunas mañas, como pedir qué comer. Eligió empanadas y arroz y de postre, como no podía ser de otra manera, un helado. Igual, con las comidas debe cuidarse porque antes del terrible accidente, Ismael ya le daba pelea a una insuficiencia renal crónica y a un problema de vejiga, por el que fue operado en 2013.
El lunes recibió el alta de la cirugía en la que extirparon su brazo reimplantado y en las próximas horas se formalizará el alta de pediatría, a la vez el viernes volverá a San Juan. Lo hará en vuelo de línea, por lo que en la noche y tras haber derrotado a la muerte que lo tuvo en jaque aquel domingo de Primavera, volverá a dormir en su cama, con sus camiones y aviones.

