“Vivo de la muerte”, se sinceró sin medias tintas Daniel Algarilla (46). Es un científico de la UCCuyo, a cargo del Laboratorio de Investigación y Taller de Anatomía, trabaja en la Morgue y el Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Marcial Quiroga, da clases en la UCC, realiza las autopsias en Salud Pública y además es eviscerador de animales muertos para los estudios de rabia del Instituto Pasteur. Pero Daniel también es tanatopractor, es decir, reconstruye cadáveres y realiza cirugías estéticas y maquillaje para que los cuerpos puedan ser velados a cajón abierto, lo que se convirtió en su gran pasión.
’La muerte es parte de mi vida y creo que mi trabajo permite valorar la muerte. Que la familia de un fallecido pueda darle el adiós a cajón abierto a un ser querido que quizá sufrió un daño corporal muy grave es una satisfacción personal para mí. He llegado a estar 8 horas seguidas reconstruyendo un cadáver, extremadamente dañado por un accidente laboral’, relató. Para él, un trabajo de tanatopraxia es un proceso artesanal que lo atrapa y por el que fue perfeccionando técnicas, más allá de que crudamente implique sacar, coser y armar partes de cuerpos humanos sin vida. Una labor de este tipo pude demandar entre $600 y $2.000. ‘Depende de lo que me pidan. Una cirugía reconstructiva de rostro cuesta menos que la de cuerpo entero’, graficó.
’Yo ya estoy acostumbrado a trabajar con la muerte, porque llevo ocho años en esto. Pero no es fácil para quienes me rodean. Por ejemplo, llevo el olor de mi labor a casa y mi familia lo siente, pero pese a todo siempre me apoyaron. Mis hijos, de hecho, están interesados en seguir mis pasos’, relató el hombre, papá de cuatro chicos.
Daniel habla con tecnicismos y tanta naturalidad sobre evisceración de órganos, que impacta. Estudiaba medicina en Córdoba y en una clase de disección en la cátedra de Anatomía, un médico lo elogió y le dijo que podía estudiar también para ser técnico eviscerador en Paraná. Le hizo caso y no se arrepintió. Por sus trabajos de investigación fue becado a Cuba, México y España.
En el laboratorio de la UCCuyo tiene distintas piezas humanas conservadas, desde fetos a partes de cuerpos como pulmones, corazones, aparatos reproductores o incluso toda la piel de una persona. ‘Estos trabajos sirven para el estudio de los alumnos de Medicina, como aporte científico y también como parte de la promoción de salud’, apuntó. Daniel es, además, uno de los pioneros en América latina en la plastinación de órganos para su conservación, con técnicas que incluso fueron reconocidas a nivel internacional (ver aparte). Ahora, uno de sus objetivos es crear un museo de anatomía. ‘Estamos avanzados en el proyecto con la UCC, pero aún falta. Cuando muera, mi sueño es que todo mi cuerpo sea plastinado y que lo coloquen en la entrada del museo’, confesó.

