Enfundados en sus uniformes blancos, con protección en las manos y en los oídos, tal cual marca la legislación sobre higiene y seguridad necesaria para certificar calidad, los operarios que elaboran las pasas Calle Mayor y Pasamar, parecen estar operando en un quirófano. En el amplio y aséptico establecimiento que la firma Sánchez Sánchez posee en Santa Lucía, todo funciona como un reloj, pero las estrellas del proceso son, sin duda, las máquinas de rayos Láser y rayos X que monitorean las pasas para detectar elementos extraños y eliminarlos antes del control manual.
La primera tecnología (rayos Láser) fue incorporada hace 6 años y significó un gran avance, pero la segunda, que llegó en 2009 a la empresa (rayos X) terminó de hacer la diferencia: gracias a su incorporación, la firma pudo ampliar su mercado no sólo a clientes de Europa sino también incursionar en Asia, un puerto por demás exigente.
Transitando ya la tercera generación, la firma Sánchez Sánchez es una empresa netamente familiar. La inició el padre de José Sánchez Alós, quien comenzó a producir uvas para vinificar y maderas para parrales. Cuando la ecuación dejó de ser favorable, José Sánchez Alós decidió reconvertir la empresa y buscar un nuevo camino, iniciándose en la elaboración de pasas a principios de la década del "70. El cálculo fue acertado, ya que en apenas 10 años, la empresa comenzó a incursionar en el mercado brasileño, enviando su primer container de pasas a ese país. Con el paso de los años y la incorporación a la firma de las hijas de José Sánchez Alós, Patricia y Sandra, la empresa fue afianzándose en este camino. Sin duda, la incorporación de tecnología de punta (que otras industrias sanjuaninas también han conseguido integrar), fue la llave que les permitió certificar Normas ISO y acceder a clientes tan exigentes como atrayentes, como son el mercado europeo y el asiático.

