Eran las 22,30 del sábado y José Daniel Correa (29) estaba a punto de cerrar el negocio familiar con su papá Víctor (69) en su casa del barrio Rural II en Alto de Sierra, Santa Lucía, cuando entraron una mujer y un chico de unos 12 años. “Usted no es de acá”, preguntó el comerciante, mientras despachaba algo de salame y algunas tortitas a la mujer, quien le respondió con una evasiva: “Paramos porque el chico tiene hambre”, dijo, mientras el muchacho entraba y salía hacia afuera, hacia un auto gris. A Correa no le llamó la atención hasta que la mujer pagó, amagó irse pero se volvió a pedir caramelos y se quedó afuera. En ese momento entraron dos sujetos que cargaron sendas pistolas y uno de ellos saltó el mostrador para sacar la plata de la caja (“no había mucha”, dijo Correa) mientras el cómplice le daba un cachazo para que no se resistiera. Incluso lanzó un disparo (la marca quedó en el techo, foto) cuando su mamá entró a ver qué pasaba. Ahí escucharon que la cómplice les ordenaba huir, pero una vez afuera lanzaron otros dos tiros más.

“Es la quinta vez que nos roban desde que vivimos acá, y es el tercer robo a mano armada que sufrimos. Ahora trataremos de no atender tan tarde pero no vamos a dejar de hacer esto, sólo queremos trabajar dijo Correa, que justamente el sábado cumplió 29 años.