El suelo tiene arena rubia en los primeros 5 cm y tierra negra en profundidad. El césped de base es bermuda grass y kikuyo (según sectores), resembrados con mezclas a base de rye grass perenne o anual junto con arena pintada de verde; también se recurre a césped en rollos o en panes, que permiten muy rápidos recambios de franjas o sectores dañados.

Se corta con mucha frecuencia, eliminando no más del tercio superior del follaje de las plantas, con máquinas que pueden regular la altura de corte dejándolo permanentemente entre 2,5 a 2,8 mm de altura máxima.

Se riega con aspersores, con la menor frecuencia posible, idealmente a la madrugada, tratando de que el perfil del suelo se humedezca en profundidad pero sin encharcar. Con el riego se incorporan todos los fertilizantes, de acuerdo a un plan de abonado basado en un análisis del suelo de la cancha. Justo antes de un partido y a veces en el entretiempo se suele dar un breve riego para facilitar un desplazamiento más rápido de la pelota.

Todas las fertilizaciones son bien frecuentes y por vía foliar, combinando los nutrientes que sean necesarios, distribuyéndolos al regar.

En canchas ya existentes en San Juan, las posibles mejoras a hacer dependen de los presupuestos disponibles en los clubes e instituciones, de la decisión de llevarlas a cabo y de contar con cancheros y encargados de campo debidamente capacitados y equipados. Hay que apuntar a lograr una carpeta de césped verde todo el año pero comenzando por mejorar el dúo Suelo-Riego. Cuando el terreno tiene amplios sectores de suelo sin plantas, o si ya se ha compactado demasiado, si además presenta desniveles y se riega por inundación, si el suelo no se preparó adecuadamente para la siembra (aunque se pretenda sembrar buena semilla) o nunca se hizo un análisis del suelo y del agua que se usa para el riego, si nunca se agregan fertilizantes y el césped no se corta en el momento adecuado y a la altura necesaria, es porque hay mucho por mejorar, pero siempre siguiendo un plan de acción por etapas y metas posibles de alcanzar, tomando como base que hay que pensar un manejo integral del césped en las condiciones del clima desértico de nuestra provincia.

En otros lugares del país o del mundo, con otros climas más húmedos y menos soleados, estadios con campos de juego afectados por la sombra de tribunas techadas y clubes que tienen planteles caros, no pueden darse el lujo de que sus jugadores no se luzcan o se lesionen por no contar con un césped profesional: cambian completamente de césped hasta 2 veces por año; o combinan césped natural con inyecciones de césped sintético; o en días de lluvia, heladas o nieve cubren al menos las áreas grandes con mantas de plástico. Con menos exigencias y presupuestos, en San Juan podemos comenzar a mejorar nuestros campos deportivos si tenemos la decisión de hacerlo.