El 20 de agosto de 2011, la vida de David Castro, de 9 años, cambió por completo. Ese día, protagonizó un accidente de tránsito donde no sólo perdió a su papá, sino también la movilidad de sus piernas. Su caso movilizó a todos los vecinos de Zonda que hasta el día de hoy organizan colectas para contribuir con su recuperación. Ayer, justo el día en que su papá cumpliría 42 años, partió hacia Córdoba para emprender un tratamiento de rehabilitación tras la esperanza de volver a caminar algún día.
Ni bien amaneció, la casa de David (hoy tiene 11 años) comenzó a llenarse de gente que incluso esperó en la vereda el turno para ingresar a despedirse del pequeño y desearle suerte en su nuevo tratamiento médico.
Desde el día de su trágico accidente, los vecinos se congregaron para ayudar a su familia. ‘Al otro día del accidente se festejaba el Día del Niño y en Zonda se habían organizado diferentes festejos. Todos se suspendieron por duelo a causa de lo que le ocurrió a mi familia. Y hasta hoy, gente que nunca antes conocí sigue dándonos ayuda material y espiritual. Creo que sin este apoyo nos hubiera costado mucho salir adelante’, dijo Mariela Ibazeta, la mamá de David.
La mujer contó que durante el mes que su pequeño estuvo en coma y todo enyesado a causa de las fracturas de tibia, peroné, fémur, pelvis, brazo y columna, en todos los kioscos del departamento se colocaron alcancías para recaudar fondos para el pequeño, mientras que algunos vecinos y familiares se turnaron para atender al mercado que tenía la familia, único medio de sustento.
David no pudo soportar el yeso en su cuerpo, por lo que tuvieron que colocarle tutores especiales para mantenerlo inmovilizado. Y si bien el Ministerio de Desarrollo Humano se encargó de que los tuviese (este ministerio también le entregó los tutores que se le colocaron en la columna y le consiguió la cobertura del tratamiento en Córdoba), los vecinos continuaron con colectas para los ’gastos chicos’ como la construcción de una habitación con baño interno para el niño que en noviembre de 2011 regresó a su casa.
De vuelta al barrio, comenzó a protagonizar una nueva etapa de solidaridad, esta vez por parte de la comunidad educativa de la escuela Rafael Obligado a la que asistía. Sus compañeros de grado lo ayudaron a estudiar en tanto que su maestra como la directora del establecimiento fueron hasta su casa para tomarle las pruebas integrativas de fin de año. Aprobó todas las evaluaciones con más de 8. Actualmente está cursando el sexto grado y el cursillo para ingresar al secundario.
David nunca viajó en avión, pero dijo que no tenía miedo. Agregó que era más fuerte las ganas de recuperarse que cualquier otra cosa. El médico le dijo que, siguiendo el tratamiento de rehabilitación que se divide en tres módulos de 4 semanas cada uno, ‘hay una leve esperanza’ de que pueda volver a caminar. ’Lo voy a intentar por mí y por mi familia’, dijo el pequeño.
Agregó que si no logra volver a ponerse de pie va a luchar por conseguir otro sueño: ser médico cirujano para salvar vidas.
