’Cuando asumí la intendencia de Pocito, me sentía encorsetado porque sentía que competía con la gestión que había hecho mi padre. Yo hacía algo y ahí nomás preguntaba cuánto más había hecho mi padre. Era un peso, una carga que no me dejaba mover. Hasta que un día entendí que si mi papá como intendente había entregado 2.000 casas, yo iba a tratar de hacer el doble no para competir, sino para rendirle homenaje al hombre que me había dado todo. Convertí un peso en motivación y eso también es parte de liderar’, confesó el gobernador electo, Sergio Uñac, durante una clase de la Diplomatura en Comunicación y Liderazgo de la UCCuyo. Uñac y el arzobispo de San Juan, Alfonso Delgado, fueron invitados para hablar justamente de liderazgo y durante casi dos horas respondieron a las preguntas de los alumnos desde las facetas más intimistas de sus vidas, graficando sus conceptos con anécdotas prácticamente desconocidas.
La clase denominada Entrevista Activa se desarrolló en el aula magna de la UCCuyo y tanto Delgado como Uñac brindaron relatos imperdibles. ‘La comunicación y el liderazgo me vinieron de arriba. Y a veces uno actúa por circunstancias. Quizás pocos sepan que cuando fui obispo en Posadas, por pedido de la sociedad tuve que asumir mi rol e ir a golpearle la puerta a quien era presidente de Argentina, Carlos Saúl Menem, para pedirle nada menos que la intervención de la provincia por la inseguridad jurídica que había por entonces. Finalmente, el nuevo gobernador accedió al cargo y la situación se normalizó’, contó Delgado.
Por su parte, Uñac confesó que tras la muerte su padre, estaba tan enojado con el entorno político municipal que decidió dar un paso al costado. ‘Quien me convenció de volver fue José Luis
Gioja y yo siento que tuve dos hechos importantes que definieron liderazgo. El primero fue convertirme en intendente de Pocito y lograr la reelección; y el segundo fue hacerme cargo de la provincia tras el accidente del Gobernador. Y esto último no fue fácil, especialmente en un momento complicado en el que tuve que afrontar hasta una crisis de la Policía que incluyó saqueos en todo el país. En esa ocasión, cuando entendí que el problema no estaba solucionado, no me quedó otra opción que sacar a toda la cúpula policial’, contó.
Delgado, por su parte, asumió sus obispados con antecesores como Jorge Kemerer en Posadas o Italo Severino Distéfano en San Juan, y respondió cómo fue encarar un rol de líder tras semejantes referentes. ‘Con sencillez y fundamentalmente, reconociendo y valorando a quien hizo mucho bien. En Posadas, por ejemplo, me pasó que a Kemerer nadie se atrevía a decirle que no. Un día, por mi rol de obispo, me pidieron que yo tenía que ser el encargado de darle una negativa. No fue sencillo y varias veces tuve que encarar esa tarea, hasta que un día le conté que me sentía tan mal por lo que pasaba, que estaba pensando en dejar el cargo, por supuesto que para hacerlo reaccionar. Entonces monseñor Kemerer entendió y a partir de ahí, todo se hizo más sencillo’, relató.
En tanto, ambos protagonistas sugirieron algunas de las características que atraviesan a los líderes natos. Tanto Uñac como Delgado coincidieron en que un líder debe ostentar honestidad, capacidad, formar equipos y ser motivadores por convicción, tener actitud, aptitud y, fundamentalmente, saber escuchar.

