“A mí me llena de alegría ver que desde Buenos Aires se difunda esta información. Porque ellos se basan en nuestras observaciones. Los geólogos de Buenos Aires son excelentes generalistas al tomar todas estas observaciones que se hacen aquí en laboratorio. Y el laboratorio son las montañas”, explicó la doctora Patricia Alvarado.
“Hoy estamos consiguiendo los sismógrafos de banda ancha, con los cuales tenemos estas mediciones refinadas del subsuelo, por primera vez con proyectos propios con financiación del BID. Tenemos el primero de cinco que empiezan a funcionar para Argentina. Antes hemos estado colaborando con la Universidad de Arizona, con la Universidad de Cornell, para traer estos equipos en préstamo, que vienen temporariamente por un año o dos, y luego, a partir de esos datos, podemos analizar toda la información”, agregó.
“Con esa información se estudia el manto superior, la estructura de la corteza, la sismicidad profunda y la superficial, que es la que nos ha provocado grandes desastres. Pero también esa es la sismicidad que deforma las rocas día a día y que nos hace ver que la cordillera se eleva un milímetro por año o menos. Tenemos mediciones tan finas como esa. Y que al cabo de varios millones de años generan elevaciones cercanas a las que tiene el Tíbet, el Himalaya”.
