El jachallero Ricardo Ruiz tiene 63 años y es uno de esos soñadores que no teme a los desafíos. Gracias al proyecto que soñó y que tuvo el respaldo, acompañamiento y capacitación del equipo de Relaciones Comunitarias de Mina Veladero, hace pocos días desde su taller en San José de Jáchal vio partir hacia la mina la primera producción de 500 crisoles de terracota.

 

 

Estos elementos son vitales para Veladero: en el crisol se vierte la roca casi en polvo con el mineral, se lo somete a altas temperaturas y luego de este proceso, se puede analizar la concentración del oro. Hoy estos crisoles se importan desde Chile y Perú y en el laboratorio de la operación se llega a utilizar un promedio de 90 mil al mes.

 

 

Barrick y Shandong, operadoras de Veladero, apostaron inicialmente por la nobleza de las artesanías de Ricardo como regalos empresarios y hace unos años desde el equipo de Relaciones Comunitarias se comenzó a trabajar en la idea de impulsar la producción desde Jáchal de los crisoles de arcilla refractaria.

 

 

La propuesta fue un reto para el artesano. Con la ayuda de las herramientas y los insumos precisos, provistos por Mina Veladero, Ricardo pudo contar con un horno eléctrico trifásico, recibir una matriz que le da la forma al crisol, también las estructuras para construir secaderos y tierra diatomea, la materia prima indispensable para obtener los productos finales.

 

 

Ricardo recibió, además, por parte del Gobierno de la provincia un aporte no reembolsable de 400 mil pesos para hacer un tinglado en el taller y renovar sus herramientas. El artesano hoy emplea a siete personas y estima necesitar a tres más en un futuro cercano ya que prevé comprar un segundo horno.

 

 

Los primeros 500

 

 

El crisol es una especie de vaso de trago largo que, llegando a su parte superior, va expandiéndose en diámetro. La clave para la resistencia de esta pieza a temperaturas que superan los 1.000 grados está en el mineral refractario de alta alúmina que contiene la arcilla de la que está hecho. Los especialistas del laboratorio de Veladero colocan en su interior la roca molida, le adicionan una mezcla fundente de elementos químicos y se lo introduce en el horno durante una hora. Al sacarlo, esa mezcla se vuelca en lingoteras y los expertos analizan la concentración del oro en el mineral.

 

 

Hace unos días Ricardo vio partir su primera producción hacia Veladero, y su retina se llenó de imágenes que acumuló durante más de cinco décadas, como aquellas que dejaban ver a su padre Exequiel y a su mamá Filomena trabajando en la finca donde hoy funciona el taller.

 

“En cada crisol va el alma y la fuerza que me dieron mis padres para hoy sentirme tan orgulloso de ellos”, dijo emocionado y aprovechó para reconocer el trabajo de su equipo y sus familias.

 

 

Ricardo vivió casi dos décadas en Tucumán y fue director de cámaras en un canal de televisión de esa provincia que, al ser privatizado, debió buscar otros destinos. “Siempre soñé con la cerámica artesanal y mi fábrica de regalos empresariales”, contó con cierta nostalgia. Ya en Jáchal, el artesano comenzó con la cerámica publicitaria y no conforme con ello abrió el abanico e incursionó en la vajilla artesanal.

 

 

Hoy el taller vende parte de su producción en Jáchal. La mayoría se comercializa en el Valle de la Luna, en regalerías y en todas las ferias de artesanías de la Argentina. El taller del futuro es el próximo sueño de Ricardo. Se trata de un galpón de unos 2.000 metros cuadrados cubiertos con toda la maquinaria necesaria para producir en su faceta de artesano y en este nuevo rol que comienza a transitar como proveedor minero.