El primer premio de la rifa era un Siam Di Tella, el segundo, una camioneta Siam Argenta. El objetivo con lo recaudado, viajar a Europa, por 4 meses, en barco a vapor. Con ella nació la Comisión Organizadora de Viajes de Estudio (COVE) de la Escuela Industrial (de la UNSJ), a través de la cual pudo viajar el primer grupo de alumnos, en 1963. Hoy, a 50 años de esa experiencia, el COVE sigue vigente, pero sólo para los típicos viajes de egresados. Y los alumnos que realizaron los primeros 12 viajes de estudio se unieron para contagiar a los chicos de la escuela y demostrarles que pueden repetir su experiencia (ver aparte).

“En el ‘62 conocimos al profesor Jorge Matus, quien había dado clases en la Universidad del Litoral. Él nos contó que los alumnos de esa universidad hacían viajes de estudio a Europa vendiendo números y nos dijo que podíamos lograr lo mismo”, contó Víctor Kovalski, presidente del primer COVE. Y agregó que “a pesar de que al principio la idea nos pareció difícil empezamos a trabajar. Conseguimos la aprobación del director Ramón Gil, de nuestros padres y pusimos todo en marcha”.

En ese entonces, el gran obstáculo fue conseguir que la gente comprara los números, ya que, según Kovalski, había muchas rifas truchas. Sin embargo, con el apoyo del dueño de la concesionaria de Siam y del comercio Casa Lara, que pusieron los premios en exposición en sus vidrieras, la rifa comenzó a ser creíble. Así, los bonos, en los que los alumnos habían dibujado los premios porque en ese momento las gráficas de computadoras eran de ciencia ficción, salían como pan caliente. Y, además de los números que vendían los alumnos que pretendían viajar, el COVE decidió que los chicos de otros cursos colaboraran, de otro modo, no podrían viajar cuando llegaran al último año.

De ese modo, los integrantes del grupo subieron al barco el 22 de junio de 1964. Conocieron más de 10 países europeos, en los que dormían en campings y a los que llegaban en un micro alquilado. A la mayoría de la comida la habían llevado de acá, por lo que las galletas con picadillo y los fideos eran los platos fuertes. Conocieron los museos más famosos, los paisajes que habían visto en postales y, sus favoritas, las fábricas más exitosas.
Ellos regresaron el 12 de noviembre siguiente. Y la modalidad de vender números para llegar a Europa se repitió por 11 años más (ya con viajes en avión). El golpe de Estado del ‘76 cortó la tradición. Pero los viajes, fueron retomados luego de la dictadura militar y, con diferencias en el destino y la duración, continúan hasta hoy gracias al COVE.

UN MUNDO PARA CONOCER:

Transportarse en la cinta del aeropuerto, conocer los pubs, subirse a una Ferrari o recorrer la fábrica de Fiat en colectivo fueron algunas de las experiencias que vivieron los alumnos de los primeros 12 COVE. “En el viaje vimos por primera vez una escalera mecánica, nadie se animaba a dar el primer paso para subir”, contó Antonio Salvo, del COVE 11. Y recordó que conocieron la Alemania Occidental y traspasaron el muro para vivir un día en la Oriental. “Fue como pasar de la última tecnología a las ruinas de la Segunda Guerra”, relató.

Algunos exalumnos pudieron ver en el ring a Ringo Bonavena y otros, a Carlos Monzón. E incluso, participar en una proyección de un recital de The Beatles en una pantalla gigante. Todas experiencias que los hombres y mujeres de la Industrial recuerdan una y otra vez y que, en la mayoría de los casos, no pudieron repetir.