Bastaron cerca de 20 segundos para que la ciudad de San Juan quedara devastada. Pero hubo que esperar 12 años para que comenzara la gran obra de reconstrucción urbana. Fue un 20 de enero de 1956 cuando el Gobierno Nacional anunció con bombos y platillos el envío de 324 millones de pesos para reconstruir la provincia tras el terremoto del ’44. Fue el punto de partida para levantar la ciudad más moderna del país. El adobe se reemplazó por cemento y hubo una nueva planificación urbana. Hoy se cumplen 67 años de la tragedia que le costó la vida a cerca de 10.000 personas.
Si bien la Nación creó el Consejo de Reconstrucción de San Juan a mediados de 1947, hubo que esperar el desembarco de fondos para iniciar las grandes obras. Lo que se hizo hasta 1956 fue construir algunas casas de emergencia para la gente que había perdido todo. Pero cuando llegó la plata, comenzó a trazarse un mega plan de construcción. La política de urbanización de la ciudad desembarcó de la mano del interventor (del gobierno de facto) Marino Carreras, al que bautizaron "Pibe topadora", porque él en persona arremetió con esas máquinas las casas que habían quedado en pie después del terremoto, pero que se hallaban fuera de la línea de edificación. El proyecto de urbanización que encabezó apuntaba a los cuatro puntos cardinales del microcentro, incluyendo las nuevas avenidas De la Roza, Alem, Rioja y Libertador. A Carrera le bastó poco más de un año para dar un gran impulso en obras al objetivo central del Consejo de Reconstrucción, que había sido propiciado por Juan Domingo Perón. Durante los años que duró la reconstrucción de la ciudad, levantaron 53 escuelas, 15 municipalidades, 20 comisarías, registros civiles, juzgados de Paz, la Dirección de Escuelas, el edificio de Tribunales, la Casa de Gobierno y la Jefatura de Policía. En todos estos edificios se notó la influencia del movimiento arquitectónico moderno, especialmente en los que se construyeron sobre avenida Ignacio de la Roza, entre Aberastain y España. La decisión de abrir esta avenida y ubicar a lo largo de ella los más importantes edificios públicos le dio a San Juan un aspecto totalmente distinto al que había tenido antes del terremoto.
Hasta el "44 San Juan tenía el sello inconfundible de la vieja ciudad colonial. Tenía particulares construcciones de adobes, hechas con barro y paja, que alternaban con numerosos edificios de cemento armado.
La mayoría de los edificios que se levantaron después de 1956 y hasta antes de la década del "70, fueron proyectados por estudios de arquitectura foráneos, como sucedió con el del Banco San Juan y Obras Sanitarias. A diferencia de las viejas construcciones, se hicieron en base a los planos que tuvieron que ser aprobados previamente por el Estado provincial, y se usó la piedra bola y el hormigón para los cimientos. Y los muros se hicieron de ladrillo y otros materiales aprobados como sismorresistentes.