Lo pasean por el lugar, se queda un rato junto a una ventana bajo el calor del sol y mirando el jardín, le gusta ver televisión de a ratos y le pone empeño a las sesiones de kinesiología, al punto que quiere ir más rápido de lo que su cuerpo por ahora le permite. Se trata de Ángel Esteban Cañedo, un hombre de 75 años que estuvo internado casi 4 meses en una clínica, en la más absoluta soledad salvo por el cuidado de las enfermeras. Debido a esta situación y lo poco que se conoce de su vida (padece demencia senil), sumado al nulo vínculo con su familia, que aparentemente vive en La Plata pero no quiere saber nada de él, es que intervino el Ministerio de Desarrollo Humano. A 10 días de que lo llevaran a la Residencia Eva Perón, su vida cambió e incluso creen que en pocos días caminará por su cuenta, tras pasar 117 días en cama.

A pesar de los cambios que experimentó en tan poco tiempo, la vida de Cañedo aún sigue siendo una incógnita. De acuerdo a lo que pudieron reconstruir en la Clínica Santa Clara, donde estuvo internado, el hombre tiene una familia en Buenos Aires que por causas desconocidas no quiere tener vínculo con él, pues así lo manifestaron cuando la contactaron. A su vez, por los datos de PAMI y otros documentos que llevó un amigo cuando lo fue a internar, en abril pasado, Ángel nació el 7 de septiembre de 1940, por alguna razón terminó en San Juan y vivió en diferentes hoteles y alojamientos transitorios. No tiene un domicilio fijo actual y, de acuerdo a lo que informó otro amigo que fue al Hogar de Ancianos cuando su caso se hizo público, Cañedo se dedicaba “a hacer negocios y a viajar”. Pero nada más que eso por ahora. DE A POCO Cañedo ahora tiene mejor semblante y en su nuevo hogar lo desplazan en silla de ruedas. Si bien habla poco y en general sin coherencia debido a su estado mental, contó que nació en San Juan pero que vivió en todos lados, incluso en Corea. Y que tiene dos hijos, a los que no ve desde hace años. Se levanta a las 7,30 y, tras desayunar, pide que la paseen por el predio. Además, no se pierde sus sesiones de kinesiología. Ya de a poco avanza con ayuda de los profesionales y unas barras, por lo que creen que en unos días más podrá desplazarse solo, con un andador. Eso, más otros avances desde lo físico, ya le darán pie para poder participar de los diferentes talleres que dan en la Residencia. Y como ya le hablaron sobre esa posibilidad, Cañedo anticipó que quiere pintar, como antes. Ese fue otro dato de su pasado que de a poco les permite conocer más de su misteriosa vida.