Las charlas. Dentro de las actividades del grupo están previstas charlas que suelen brindar los especialistas. Sin embargo, las historias de vida son el eje de las reuniones.

 

Picos de estrés, ataques de pánico, cuadros de ansiedad y hasta dificultad para enfrentar un duelo o una separación. Estos son algunos problemas con los que llega la gente al grupo. Lo que se busca en un primer momento es la contención, poder ser escuchados y compartir sus historias. Pero también, muchas veces encuentran una guía para poder ser atendidos por médicos o psicólogos. Para esto sirve el grupo de autoayuda Gruma, que se formó en marzo pasado, funciona en un salón de la parroquia de Trinidad y a cada encuentro semanal asisten entre 40 y 50 personas.

"Yo sufrí durante varios años ataques de pánico. No sabía qué me pasaba y le recé a Dios. Me hice atender y luego, lentamente me recuperé. Entonces me di cuenta que la gente pasa por estados complejos y muchas veces no sabe a dónde acudir. Por eso decidí armar el grupo. Como soy católico, encontré un espacio en la parroquia. Sin embargo, a las reuniones que son abiertas a todos, van personas de otras religiones, incluso hay quienes no creen en nada", contó David Innella, que tiene 38 años y que coordina el grupo. Pero no lo hace solo. Trabajan con él dos psicólogos y tiene una lista de médicos y especialistas para recomendar a la gente que lo necesite. Su esposa Verónica, quien lo ayudó en su enfermedad, también colabora.

Se trata de un grupo de contención y no buscan reemplazar la asistencia médica. Todo lo contrario. A veces, a este sitio llega gente que se niega a ir a un psiquiatra. Luego de ser escuchados, asesorados y contenidos, cambian de opinión, según contó David. Desde que comenzaron las reuniones, el uso de las redes sociales se transformó en el gancho perfecto para que las personas se acerquen. Sin embargo, el hombre contó que muchas veces sólo lo llaman por teléfono, que atiende las 24 horas, para contarle algún problema.

Básicamente lo que se hace en las reuniones es brindar herramientas para que las personas puedan reconocer qué les pasa, y si es necesario se les recomienda ir a un médico o al psicólogo. Además, se cuenta con la participación de un couch que trabaja de manera personalizada con los asistentes.

Las problemáticas son variadas. Va gente con trastornos de ansiedad, con ataques de pánico, con depresión, o estudiantes que no pueden enfrentar el miedo a un examen. Otro de los casos recurrentes tiene que ver con quienes no pueden realizar el proceso del duelo. Allí se les brinda herramientas para que aprendan a sobrellevar y superar el momento. David contó que hay personas que sólo van a una reunión, pero otras no se pierden ni un jueves. "Es increíble cómo les va cambiando el gesto con el paso del tiempo. Algunos empiezan sin hablar, sin hacer un gesto, ahora ya se los ve participar e incluso reírse", contó.

 

Los hacedores. David y su esposa Verónica coordinan el grupo. Las reuniones se hacen en la parroquia de Trinidad.

 

La mayor parte de quienes asisten son mujeres. Otro dato que llamó la atención de David es que cada vez van más jóvenes. "La ansiedad es la problemática más común. También hay casos de chicos que no pueden estudiar o que temen rendir", dijo el hombre.

Entre los casos más conmovedores, David contó que hace un tiempo, a media noche recibió la llamada telefónica de una mujer que no conocía y que quería suicidarse. El hombre la tranquilizó y charló más de dos horas con ella. Luego de esto, la mujer fue a las reuniones y lentamente comenzó a salir del pozo en que estaba. Fue con su marido.

"A veces, más que un médico, la gente necesita ser escuchada, o simplemente recibir un abrazo", concluyó.