De chico le gustaban los fierros y pasaba horas en el taller de su padre. Ya de grande, armaba autos de carreras con los que corría y con los que llegó a ser campeón del por entonces llamado Campeonato Sanjuanino de Velocidad. Pero ya con el retiro consumado, a Marcelo Galdamez le picó el bichito de otro costado, el de inventor. Así fue como el ex piloto pasó a diseñar y construir motos para discapacitados, que son vecinos suyos en Caucete y a quienes no les cobró ni un peso por el trabajo. Lo hizo sólo por dar una mano y para seguir el ejemplo de su padre, quien aún fabrica camas ortopédicas para prestarle a quien le haga falta.
Marcelo ya lleva 6 vehículos armados y luego del último se le ocurrió que podía sacarle doble rédito a su habilidad: ayudar a los demás y de paso ganarse unos pesos. Por eso presentó un proyecto y obtuvo un préstamo del Fontpro para comprar máquinas y montar un taller especializado (ver aparte).
“Lo de armar motos para discapacitados nació hace unos años para darle la mano a un amigo de mi papá, paralítico de la cintura para abajo desde que era un niño. Le armamos un scooter con tres ruedas y hasta le hicimos un soporte para las muletas”, contó Marcelo, quien aprovecha sus conocimientos como mecánico y trabaja con su padre, Antonio, que tiene una metalúrgica y se da maña para el desarrollo de los chasis.
“En casi todos los casos, arreglábamos motos rotas o pedíamos en donación alguna que estuviera tirada. Es más, una vez le pusimos el motor de un Juky 50cc a un triciclo en el que andaba un vecino, Roberto Cortez, al que le amputaron una pierna”, dijo. En tanto, uno de los últimos trabajos fue para otra vecina, Andrea Ortiz, quien nació sin un brazo y una pierna. “Fue la primera moto 0km que modificamos, que consiguió en donación del Ministerio de Desarrollo Humano. Y fue una de las adaptaciones más complejas porque hasta tuvimos que idear un acelerador para su brazo hábil, que es el izquierdo, y diseñar el sistema de cambios y freno para su única pierna. A esa moto también le inventamos una sidecar, así que ahora también puede llevar a sus hijos a la escuela”, apuntó. “A mí esta moto me cambió la vida. Soñaba con algo así”, dijo Andrea.
Por otro lado, sobre el proyecto del taller especializado, Galdamez se ilusiona. “Nos gustaría empezar a armar motos para más gente, no sólo del departamento. Me encantaría tener pedidos de otras provincias. Si bien nunca cobramos, la idea del proyecto es poder tener algún beneficio. Igual, va a ser mínimo, por lo menos para pagar las horas de trabajo”, contó.