Si Hugo Chávez no pudiera retomar sus actividades dejaría a Venezuela, un país centralizado y presidencialista al extremo, sumida en una complicada transición con riesgos de inestabilidad política.
Aunque sus aliados no tienen su carisma ni habilidad política, Nicolás Maduro, de 50 años, es visto con buenos ojos por los chavistas gracias a su pasado humilde de chofer de autobús y sus formas afables de comunicar sus ideas.
Pero el chavismo es una amalgama heterogénea de militares, izquierdistas, empresarios, ideólogos y pragmáticos cuyo único punto convergente es Hugo Chávez.
En este nuevo escenario, sin la popularidad de Chávez para conquistar votos la oposición luce en mejor parada, después de haber obtenido 6,5 millones de sufragios en las últimas elecciones del 7 de octubre pasado con el actual gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, como su rostro.
Las últimas encuestas disponibles muestran que Capriles es más popular que cualquier sucesor de Chávez y que ganaría en unas eventuales presidenciales. Pero la oposición durante mucho tiempo se ha mantenido unida solo por el deseo de derrotar a Chávez, y sin su eterno rival podría haber una descomposición.
El artículo 233 de la constitución indica que en caso de ‘falta absoluta del presidente electo o presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes‘, al igual que si se produce una falta absoluta del presidente en los primeros cuatro años del período constitucional. Ayer, desde muy temprano, miles de venezolanos, se juntaron an las plazas para apoyar a su líder.
