Le gusta sonreír porque dice que la risa cura y atrae las buenas energías. Pero esa expresión le dura hasta que comienza a contar su dramática y angustiante historia. Es Zulma Bustos, una mujer de 53 años que pesa 300 kilos y que hace 6 años está postrada en una cama porque la obesidad mórbida que padece le provocó fisura en la cadera y aplastamiento en varios discos de la columna. Aunque lo que más la angustia ahora es que está a punto de quedarse en la calle porque le pidieron que desocupe la habitación que le prestaron para vivir, y no tiene a dónde ir. Sin poder contener el llanto, dijo que cobra una pensión contributiva de $39.000 que ni siquiera le alcanza para comer. Y que está "cansada de dar vueltas".
En la habitación donde vive Zulma apenas hay lugar para un par de muebles, ya que casi todo el espacio lo ocupa su cama. Esa en la que está postrada desde hace 6 años, cuando la obesidad mórbida la dejó sin posibilidades de caminar. Condición que fue consecuencia de la depresión y tristeza. "Siempre fui obesa, pero podía caminar y manejarme sola. Pero en 2010 falleció mi marido, mi compañero de vida, y caí en la depresión. Empecé a comer sin control hasta que llegué a pesar 300 kilos y a sufrir las consecuencias tanto de la obesidad mórbida como de mi condición económica, que agrava más las cosas", dijo la mujer.
En octubre del año pasado Zulma padeció 3 paros respiratorios y cayó en coma. Estuvo un mes internada en Terapia Intensiva. Cuando recibió el alta, se enteró de que la amiga con la que alquilaba una casa se había ido. Ahí comenzó otro calvario para ella. "Con lo que cobro no me alcanza para alquilar. Por suerte, una tía me prestó esta habitación para vivir cuando salí del hospital, pero ahora la necesita para que la ocupe uno de sus hijos con su nieto. Ella también es muy humilde y me ayuda hasta donde puede. Ahora no sé a dónde ir. Tengo 5 hermanos, pero ni siquiera me vienen a ver. Y mi hijo hace lo que puede. Él tiene sus propios problemas y sus necesidades. Todos los días viene a verme cuando sale del trabajo y me hace los trámites, pero no puede hacer nada más. Necesito un lugar donde vivir. Estoy cansada de dar vueltas", dijo Zulma.
Casa no es lo único que necesita esta mujer. Ni siquiera tiene los elementos necesarios para su higiene personal y para curar las escoriaciones que le provocó estar tantos años en la cama y el no bañarse desde hace 4 meses. De todos modos, luce impecable y perfumada. Todo gracias a los sacrificios y esfuerzos que hace Milagros Argüello, la cuidadora domiciliara que la atiende (servicio que cubre la obra social que tiene Zulma) y a la que bautizó su "ángel guardián". Es que esta joven fue la que hizo pública la historia de Zulma en las redes sociales en busca de conseguirle ayuda. "Milagros me cuida 6 horas al día, y son las mejores horas que paso. Ella me higieniza todos los días con retazos de tela que trae desde su casa y jabón blanco para que no se me infecten las heridas. A veces también me trae verduras cocidas y hasta me lava la ropa en un tacho, tareas que no están incluidas en su trabajo, pero que lo hace por su gran corazón. Muchos de los cuidadores que trabajan en la misma empresa que ella no quieren venir a cuidarme por mi condición y las carencias que tengo. Pero ella sigue viniendo. Creo que Dios la puso en mi camino", dijo la mujer.
Pese a la obesidad mórbida, Zulma no padece diabetes, hipertensión ni otra enfermedad crónica. Sólo usa oxígeno por la dificultad de respirar que le provoca su peso. Es por eso que, ahora sí, está dispuesta a someterse a una cirugía bariátrica para intentar adelgazar, y que antes rechazó por miedo. "Hace unos años estuve internada para hacerme esta cirugía, pero cuando se acercó el día me dio miedo de operarme y pedí el alta voluntaria. Me arrepiento de haberlo hecho. Ahora el médico me dijo que apenas haya cama disponible en el Hospital Rawson o Marcial Quiroga, me va a internar para operarme. Ya sufrí demasiado y quiero estar mejor, por eso me voy a operar", sentenció Zulma.