Minutos después de las 22.30 de aquel 27 de julio de 1966 una industria céntrica de la provincia dedicada a la venta de indumentaria ardía en llamas. El lugar, conocido como ‘La Industrial Sanjuanina’, estaba ubicada sobre calle Tucumán, entre San Luis y Libertador, de Capital. Gran susto causó entre los vecinos del lugar.

Y si bien los bomberos llegaron rápidamente al lugar, por la magnitud del hecho tardaron varias horas en sofocar el fuego que se inició en la zona de escritorios, por motivos que no se difundieron. La ropa alcanzada por las llamas generó columnas de humo que complicaban las tareas. Las pérdidas superaron los 100 millones de pesos.

Sin embargo, pese a la magnitud del siniestro, lo curioso llegó días después. Una importante campaña de marketing sumada a la gran recepción por parte del público, hizo que la gente se agolpara en el lugar luego de la reapertura para comprar las prendas que se habían salvado.

Casi desde el día posterior al incendio, el comercio de la tradicional Galería Rex comenzó a publicar en los diarios de la época anuncios en los que promocionaba, de manera muy ingeniosa, el remate de todo aquello que no tenía más que olor a humo. Incluso, se lo tomaron con mucho humor. “A Galería Rex se le llenó el negocio de humo. Nunca más podrá volver a comprar mercadería de primera (ya ni el olor a humo queda)”, rezaba uno de los avisos.

Y las ofertas eran inmejorables. Indumentaria sin daños con rebajas de hasta el 50% sobre el precio de costo. Por eso, la gente no tardó en atender el llamado de la empresa. Solos o en familia, hacían filas por horas esperando su turno. De hecho, desde ‘La Industrial Sanjuanina’ sugerían acercarse bien temprano para evitar las largas colas.

La publicidad se repitió durante días y la respuesta de la gente fue constante y llamativa. Pantalones, camisas, corbatas, sacos, colchas y más. Todo a precios irrisorios.

Por supuesto, como era de esperar, la mercadería se agotó rápidamente. Incluso los comercios de la zona llevaban todo lo que encontraban para revender en sus negocios. Los sanjuaninos, felices, pudieron llenar sus placares y disfrutar de ropa nueva. Después de lavarla y sacarle el olor, claro está.