Diego Armando Maradona, el mejor futbolista de la historia, hizo llorar a todo el mundo. Lo encontraron muerto poco después del mediodía del 25 de noviembre, en la habitación donde cumplía internación domiciliaria en el partido bonaerense de Tigre, luego de que le hubieran realizado una operación en la cabeza. Tenía 60 años, pero había vivido varias docenas de vidas. Fue un día negro no sólo para el deporte, sino para varias generaciones que habían encontrado en la magia de la zurda del ídolo un motivo de alegría a prueba de todo. Los diarios de todo el planeta reflejaron el dolor por la noticia. Las imágenes de hinchas de River y de Boca abrazados en una comunión de desconsuelo recorrieron el mundo. Y todos, absolutamente todos, coincidieron en que jamás hubo ni habrá otro como Diego.
Maradona murió como vivió: en el tren de la vorágine, cercado por entornos sombríos, despertando locuras y pasiones y desplegando un crisol de polémicas. La primera, pocas horas después de confirmarse su fallecimiento, fue la decisión del presidente Alberto Fernández de abrir la Casa Rosada al público para asistir al velorio. El resultado fue un millón de personas agolpándose para despedir a Pelusa (en plena pandemia y bajo el imperio del distanciamiento obligatorio), algo que se convirtió en un pandemonio de corridas, heridos, represión policial y vandalismo multitudinario.
Luego siguieron las peleas entre sus examores, sus hijos, los dividendos familiares que en vida lo tenían como artífice pleno, pero también le iban dejando esas microcicatrices en su corazón maltratado.
A los pocos días se agregó otra polémica, que aún no tiene cierre, y es la guerra judicial que sus hijas libran contra los médicos que llevaron su último tratamiento, y a quienes acusan de no haberlo cuidado como correspondía (el cirujano y la psiquiatra fueron imputados por presunta maña praxis). Y el otro frente de batalla, contra quien fue su último abogado y apoderado de sus marcas comerciales, y a quien señalan como el responsable de las decisiones fallidas del ídolo.
Pero en el medio, a sabiendas de que la paz nunca fue opción para el 10, el deporte salió en bloque a homenajearlo. Messi y su gol festejado con la pose y la camiseta de Newell’s que también fue de Diego, Tevez y su tributo con la vintage de Boca, el Nápoli conmocionado con sus gigantografías en toda la ciudad, y así, a escala, en todos los equipos de fútbol y otras disciplinas (incluído el resonante traspié en el gesto de desdén que les costó un feroz cuestionamiento a Los Pumas y a la UAR, sobre todo cuando los All Blacks mostraron más respeto que la escuadra argentina por la memoria del astro).
La vida y la muerte de Maradona tuvieron ese dejo de circular a veinte mil por hora al borde de un precipicio. Pero, curiosamente, la imagen que más se viralizó por aquellos días fue ese viejo video del Dieguito de 10 años en Argentinos Juniors, humilde, apacible y de potrero, confesando en su primera entrevista su sueño doble de jugar en la Selección y de ganar un Mundial. Su talento, su mística y la historia se encargaron del resto.
3 de marzo
Se confirma el primer caso positivo de Covid-19 en Argentina, luego de que el ministro de Salud de la Nación considerara +imposible+ que el coronavirus llegara al país. Posteriormente, el jueves 19, el presidente Alberto Fernández decretó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (la famosa cuarentena) para todos los argentinos. Al cabo de 40 días, se había otorgado prisión domiciliaria a unos 1.700 detenidos por riesgos de contagio, medida que generó mucha polémica. Y al cierre de 2020, la cantidad acumulada de casos en el país se acerca a 1,6 millones.
4 de mayo
En medio de la crisis económica agravada por los cierres que implicó la pandemia, el Banco Central pone en vigencia nuevos controles para la compra de dólares, ya que su valor (sobre todo en el mercado paralelo) seguía creciendo de forma irrefrenable, con un correlato de inflación. A partir de ese momento se les permitió a los ahorristas comprar un máximo de 200 dólares por mes (a valor oficial), de modo que se robusteció el mercado negro. La divisa norteamericana siguió trepando y llegó a $195 (blue). Luego hubo nuevas medidas nacionales y el valor de esa moneda retrocedió.