�Al tomar el control del Ejecutivo, Illia puso en marcha medidas políticas clave para el desarollo y la economía.
En la larga lista figuran la anulación de contratos petroleros por ser nulos de nulidad absoluta; la recuperación para el país del control de la política energética (YPF) preservando el autoabastecimiento; la ley de medicamentos, que nunca más se cumplió para la protección de la salud; el control sobre el precio y la calidad. También ejecutó el mayor presupuesto educativo en toda la historia contemporánea (27%); la creación del Plan Nacional de Alfabetización; el Plan Nacional de Desarrollo 1964-1969; la planificación como instrumento estratégico para el corto, mediano y largo plazo, lo que significó el crecimiento del PBI el 10% en 1964, 9,7% en 1965 y el 4;7% los seis meses de 1966.
Otro hito fue la creación del Salario, Mínimo, Vital y Móvil; la creación del Consejo Nacional del Salario para el control de su capacidad adquisitiva: así, la participación del sector asalariado en el PBI pasó del 23% al 43% (a junio de 1966). Creó el Instituto de Hemoderivados con sede en Córdoba, financiado con los gastos de representación que correspondían al Presidente. Además, nunca se tocaron los fondos reservados; hubo rendición de cuentas; no hubo presos políticos; nunca se dictó el Estado de Sitio, como ocurrió antes y después de su gobierno; no hubo ley de amnistía después de su gobierno. En su Presidencia se consiguió la resolución 1065 de ONU que obligaba a Inglaterra a discutir sobre la soberanía de las Islas Malvinas; no se mandaron tropas a Santo Domingo; y se efectuó la más grande exportación a China de commodites, país con el que no teníamos relaciones diplomáticas en un mundo bipolar. Illia impulsó el pago de deuda externa, disminuyendo de 3.600 millones de dólares a 2.479 millones (a junio de 1966), y si el gobierno duraba un año y medio más el país pasaba a ser acreedor internacional, aún pagándole al Club de París en las condiciones que el gobierno argentino impuso.
