Los hermanos Brenda y Gustavo Carrizo, que desaparecieron un sábado de madrugada tras alejarse de la casa su abuela paterna y aparecieron días después en lo de un familiar de su madre, dejaron el hogar de la Dirección de la Niñez al que habían sido enviados por las autoridades.
Pero no fueron trasladados ni con su papá ni con su mamá, sino a lo de una tía del lado materno mientras siga el proceso. El caso, a poco más de un mes ganar estado público, sigue siendo complejo y las autoridades no logran desenredarlo, en medio de contradicciones y acusaciones cruzadas.
De momento rige una medida de excepción que, en la práctica, puede extenderse 6 meses y que permite que Niñez realice el abordaje.
Todo comenzó el sábado 7 de enero, cuando Brenda y Gustavo abandonaron sobre las 4,30 la casa de su abuela, en el barrio Aramburu, ya que su padre estaba trabajando. Supuestamente, la mujer descubrió que la adolescente estaba con su novio, mayor de edad, y la amenazó con llamar a su padre.
Fue entonces que los hermanos desaparecieron, lo que motivó una intensa búsqueda, en las que el padre ayudó a la Policía. Finalmente, los chicos aparecieron el miércoles de la semana siguiente cerca de Tribunales y con su madre, quien los había abandonado hacía 10 años y de quien, aparentemente, no sabían nada.
El caso tiene dos frentes judiciales, de Instrucción y de Menores.
Entonces hubo una serie de acusaciones de ambas partes. El padre, Maximiliano Carrizo, aseguró que la mamá se fue de casa hace 10 años y que el entorno de ella y su familia son peligrosos. Es que Elena Vásquez integra una familia ligada al ambiente delictivo, conocidos como Los Bombita. Carrizo cree que la mujer contactó a sus hijos y los convenció de que se fueran con ella.
Por su parte, Elena Vázquez indicó que su expareja golpeaba hasta con ollas y con un sable a sus chicos, a la vez que a su hija le decía que era una prostituta. Y que Brenda y Gustavo llegaron a la casa de su familiar porque la joven recordaba el camino de su última vez allí, cuando tenía 5 años, antes de que Elena los dejara y decidiera formar otra familia en La Rioja.
Frente a esta situación, la Dirección de la Niñez resolvió alejar a los chicos de ambos padres y los envió a una residencia del Estado, hasta hace unos días.
“Seguimos evaluando los dos ambientes familiares, pues se trata de un caso complejo. La idea es tratar de mantener los lazos familiares y que no pasaran tanto tiempo en el hogar estatal, pero como de momento no podemos establecer si deben estar con la madre o el padre es que provisoriamente resolvimos dejarlos al cuidado de una tía”, dijo Marcelo Bartolomé, director de Niñez, Adolescencia y Familia.
La tía es hermana de Elena, quien dijo que estuvo en contacto con sus hijos y que los ve más tranquilos, aunque ahora ella está en La Rioja. La situación es diferente para el padre, ya que aseguró que no le establecieron un régimen de visitas y que no puede verlos.
“Es muy doloroso para mí haber criado a mis hijos y que ahora se los den a la familia de ella. Todos los hermanos de la mamá de mis hijos tienen problemas con la ley, sigo sin entender la decisión de la Dirección de la Niñez”, señaló Maximiliano.
Por su parte, Elena indicó que los adolescentes no quieren saber nada con el papá. “Es lo que me dijeron y yo voy a seguir peleando por la tenencia. Los quiero alejar del padre y su familia porque les hicieron daño”, dijo.