�El 22 de agosto pasado, entraron al templo, abrieron el sagrario con un hierro y se llevaron un copón con hostias consagradas. No se llevaron nada más, sino que fueron directamente a buscar el denominado ‘Cuerpo de Cristo’, un simbolismo muy importante para la comunidad cristiana. Por eso es que el párroco Víctor Gallardo, en su momento (y lo sigue sosteniendo), sospechó que el acto de profanación fue con el fin de utilizar las hostias en un rito esotérico.
El hecho causó conmoción e indignación en la feligresía, que desfiló durante los días siguientes para orar. Luego, protagonizaron una procesión que congregó a 500 personas de distintos departamentos. No fue para repudiar la profanación ni para pedir justicia, sino que se trató de una reunión para expresar su amor a Jesús.
Fue en ese contexto, que una familia realizó la donación de dos imágenes de la Virgen de Guadalupe, traídas especialmente de México, el 26 de agosto. Una fue llevada a la gruta del barrio Serranías y la otra quedó en la parroquia provisoriamente, hasta tanto le encontraran un lugar adecuado, que finalmente no pudo concretarse por el robo.
El 11 de octubre pasado, la Policía realizó un allanamiento en la villa Lourdes, Rivadavia, y entre los elementos que le secuestraron a la familia Riveros estaba el copón metálico, pero sin las hostias consagradas. El sacerdote Gallardo organizó una ceremonia especial para celebrar el regreso del elemento a la parroquia.
Por su parte, el sagrario del templo posteriormente fue reforzado con una caja metálica y una cerradura compleja, para evitar futuras profanaciones.
