Henry-Dominique Lacordaire dice: "¿Quieres ser feliz un instante?: ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre?: ¡Perdona!"
 
Navidad exige descongelar la actitud mental por la que inmovilizamos de modo definitivo y absoluto el juicio sobre el prójimo; desmoronar la visión radicalmente pesimista o escéptica de los hombres y abstenerse de una actitud reaccionaria frente al que no piensa como uno. No hay que avergonzarse de arrepentirse por aquello que hicimos mal o tener coraje para pedir y ofrecer perdón. El apóstol de la no violencia, Gandhi, decía: "Tu enemigo se rendirá, no cuando tus fuerzas se agoten, sino cuando tu corazón se decida a no seguir combatiéndolo’. El arrepentimiento destruye el mal y anula los preconceptos, permitiendo que el perdón sea la mejor venganza. Sería muy lindo si la noche de Navidad pudiéramos proclamar en torno de nuestras mesas familiares la parábola del hijo pródigo, todos sin rencores ni resentimientos, sino solo con el sentimiento del perdón hecho paz.