San Juan.- De lugares tan distintos y alejados como Tailandia, Egipto, Irak o Japón. De contenidos tan disímiles como cerveza, gaseosa, leche o yogur. Y desde las primeras que salieron hasta las más nuevas. Así son las latas que colecciona Leo Rubiño, un albardonero que tiene una habitación cuyas paredes están cubiertas de repisas en las que guarda 1.500 ejemplares.

“Empecé a coleccionarlas en 1992, cuando las latas comenzaron a ser furor en el país. Las primeras que tuve fueron parte de una serie limitada que lanzó Coca Cola vinculada a los Juegos Olímpicos. Seguí hasta 2001, cuando decidí que era suficiente. Pero en 2007 conocí a gente de todo el mundo que tenía el mismo hobby que yo y saber que no era el único loco me incentivó para ampliar la colección”, comentó el hombre de Albardón que hoy tiene 37 años.

En cuanto a la procedencia de las latas, dijo que tiene muchas que le trajeron personas que viajaron a distintas partes del mundo y él conoce. Mientras que, a la mayoría las consigue a través de Internet. “Prefiero comunicarme con coleccionistas mostrarles mis latas y ver las suyas para realizar canje porque comprarlas puede llegar a ser muy caro”, contó Leo.

A la vez, detalló que “hay países que envasan todo en lata. Tengo algunas de soda, agua e incluso vino y sidra. Aquí es extraño, pero en otros países es lo más normal”. Y agregó que “entre las más antiguas una de mis favoritas es la primera cerveza Schneider que salió en lata en el país, es de 1978”.

Ahora, Leo tiene un objetivo. “Todos los años se organiza a nivel nacional el Colcer -Convención de Coleccionismo Cervecero- y estoy hablando con los coleccionistas de otros lugares del país porque tienen intenciones de realizarlo en la provincia. Sería muy importante y llamativo y me permitiría sacar a la luz mi colección que, según tengo entendido, es única en la provincia”, confesó el albardonero.