Como si fuese un milagro, el agua brota en el lado Oeste del Pie de Palo. Este es el sector más seco de uno de los cerros más antiguos de la provincia. Cristalina, baja desde la Quebrada de Lima. Pero este no es un nacedero más que aparece entre las montañas sanjuaninas. Dicen que es agua que cura y que también sirve para que los animales que andan por el lugar puedan beber. Los Baños de Guayaupa, uno de los parajes más conocidos de Angaco, durante décadas fue uno de los destinos turísticos más buscados en la zona. Hoy, el paraje, que está a 20 kilómetros de la villa cabecera del departamento, está abandonado.

Llegar a Guayaupa no es difícil. Sólo basta con seguir una huella minera para encontrarse con un par de árboles gigantes que sobresalen entre los médanos. Los lugareños dicen que sus aguas pueden curar ya que hasta allí llega una vertiente que contiene una buena variedad de minerales, tal como sucede en Pismanta o en La Laja. Además, durante años, fue un sitio estratégico para los puesteros que habitaron ese sector del Pie de Palo. Todavía sirve para que los animales lo usen como abrevadero. Hoy, es paso obligado de los que quieren ir a la Difunta Teresa o atravesar el cerro para llegar a Valle Fértil. Es en Los Baños de Guayaupa donde los gauchos paran a descansar cuando se realiza la cabalgata al oratorio de la Difunta Teresa, en el mes de junio.

"Durante décadas este sitio fue una de las atracciones turísticas del departamento. Llegaba gente de todas partes para aprovechar las propiedades curativas de sus aguas. Era usual ver cómo sumergían a los inválidos envueltos en ponchos, para que recuperaran la movilidad", dijo Augusto Olmos, un angaquero. Es que uno de los beneficios que se les atribuye a las aguas de Guayaupa es el de fortalecer los huesos y curar la artritis.

Guayaupa, que significa "ojo de agua", parece una postal fuera de lugar. El verde de sus árboles contrasta con los médanos y las piedras descoloridas del Pie de Palo. Lo primero que se ve es una tumba que no tiene nombre. Dicen que allí está sepultado un hombre que vivió en el lugar y que era el que lo cuidaba. Hoy, el galpón y la gruta que ni siquiera tiene la imagen de un santo están totalmente abandonados. Y aunque en varias oportunidades se habló de integrar este lugar a un circuito turístico termal que uniera Angaco con Albardón, ningún proyecto prosperó.

Para llegar a los baños hay que tomar la calle del Bosque. De ahí, una huella minera que va hacia el Norte, conduce directamente a Guayaupa. Se puede llegar en cualquier vehículo ya que el camino está bien mantenido porque hay muchos emprendimientos mineros y el tránsito es fluido. Este sitio es fácil de detectar ya que a varios kilómetros se puede divisar un par de árboles que sobresalen de los médanos. Es que justo en ese sector es donde están los nacederos de las aguas termales.