Algo tan simple como calmar el calor cuando el aire está quieto creó la necesidad de abanicarse con los más diversos materiales, como plumas y hojas. Así nació el abanico, que en la historia tomó protagonismo como un objeto femenino que adquirió el estilo artístico imperante y que marcó los niveles sociales en cada época. Se cree que entre los años 1400 y 1425 los abanicos llegaron a China desde Corea. Los grandes viajeros los llevaron a Portugal, España e Italia, desde donde fueron introducidos en América. Fue en Europa donde alcanzó su máximo esplendor durante el reinado de Luis XIV y Luis XV. Fue el artículo infaltable de toda gran dama. En esa época utilizaron materiales de auténtico lujo como tafetán de Florencia, oro, plata y metales preciosos. Actualmente su uso es poco común pero aún hay mujeres que lo siguen eligiendo para refrescarse.