En medio de la crisis económica y social por la que atraviesa el país en estos tiempos, con manifestaciones y piquetes en distintas provincias contra el macrismo, aparece en el recuerdo la pacífica y muy curiosa queja generalizada de San Juan y Mendoza que tuvo lugar el 7 de enero de 1981, en rechazo al desprecio que en aquel momento tenía el gobierno nacional hacia la vitivinicultura y que se denominó “Día de la Tristeza Regional”.
Todo comenzó con una reunión en Mendoza, el 30 de diciembre de 1.980. Ese día la Sectorial Vitivinícola recibió total adhesión y acordó realizar la Jornada de la Tristeza Regional el siguiente miércoles 7 de enero del ’81, en señal de protesta contra la postergación del entonces gobierno nacional hacia la industria madre de las provincias cuyanas.
En aquel momento reclamaban la reactivación económica del sector que no se lograba desde hacía 5 años, el bajo precio que se estaba pagando por el vino de traslado, el alto valor impositivo, entre otros ítems.
Al llegar el día estipulado para la manifestación, los trabajadores rurales hicieron un paro pacífico en sus lugares de trabajo que contó con el aval patronal, ya que igual se les iba a pagar el turno. Las fincas de departamentos productores lucieron con sus tranqueras cerradas y con tractores (con una cinta negra en el radiador) y elementos agrícolas a la orilla de las rutas, además de carteles alusivos al reclamo que estaban llevando adelante, como uno que indicó “Zona de desastre económico vitivinícola”.
Además, viñateros y bodegueros pegaron el faltazo a sus oficinas, por lo que no se efectuaron despachos de vinos a los centros de consumo y se paralizó la actividad en los establecimientos elaboradores.
Como consecuencia de la protesta, la actividad bancaria decayó durante aquel 7 de enero y las entidades solo se limitaron a atender a pocas personas que debían realizar trámites excepcionales. A su vez, en el microcentro sanjuanino, estaba previsto que a las 11 se realice un bocinazo, sin embargo hubo tanta gente que se extendió por algunos minutos más.
Es que no solo empezaron a llegar a la Plaza 25 de Mayo tractores y camiones de todos los puntos de la provincia, sino que también se sumó la sociedad en general, con personas que fueron directamente a marchar y otras que se prendieron en el momento. A las 10:57 comenzaron a sonar las bocinas y no pararon hasta las 11:07, a la vez que una multitud acompañó agitando pañuelos.
Fue tan grande la movida, que hasta las empresas de transporte de pasajeros decidieron parar, los comercios bajaron sus persianas para que los empleados se adhieran al reclamo propuesto por el sector vitivinícola y las estaciones de servicio no vendieron ningún tipo de combustible durante el lapso que duró la pacífica protesta.
En distintos puntos de la provincia se registraron manifestaciones en aquel “Día de la Tristeza Regional” y, a pesar de que el clima era por demás caliente, todo terminó en orden. En Caucete, por ejemplo, donde se encontraban en plena recuperación tras el terremoto del ’77, dijeron que “la crisis es peor que cualquier sismo y que no querían llegar a tomar medidas extremas a pesar de la gravedad”.
La particular Jornada se extendió y la adhesión fue sorprendente, llegando a Pocito, Rawson, Jáchal, 25 de Mayo, Sarmiento, 9 de Julio, San Martín y Albardón, como así también diferentes ciudades de Mendoza.