Ni las fotos que le tomaron en vida al Cura Brochero tienen tanta expresión como la imagen que no mide más de 40 centímetros y pesa unos 5 kilos. Con una biblia roja en la mano y un poncho que atraviesa sus hombros, es difícil quitar la mirada de su rostro. No es una imagen más. Y no sólo por su calidad artística o el material que se usó para su elaboración. Sino porque será la primera imagen de este cura gaucho, a punto de ser canonizado, que quedará apostado en la cordillera sanjuanina. La imagen pertenece al exgobernador José Luis Gioja. Se la regaló un amigo para un cumpleaños, luego del accidente en el helicóptero. Mientras era gobernador la tuvo en su despacho. Después se la llevó a su casa y ahora decidió que la lleven al Cruce Sanmartiniano y la dejen en el refugio Sardina para que proteja a los expedicionarios que circulen por el lugar. Esta imagen única fue elaborada por monjes que viven en un monasterio mendocino (ver aparte).

En un principio, cuando Gioja expresó el deseo de donar una imagen para que quedara en la cordillera, la idea era que fuese una nueva. “Medité mucho esto. Como es de las cosas más importantes que voy a hacer, lo mejor es que sea una imagen que tenga mucho valor para mí. Me la regaló un amigo. La guardo como el más preciado de los tesoros. No sólo porque es hermosa, sino porque soy devoto desde siempre. Mi fe por él me la transmitió mi hija. Fui a Córdoba, a la capilla de Albardón. No me canso de rezarle”, contó Gioja.

Que Brochero quede en la cordillera este año tiene una significación especial. En enero, el papa Francisco dio el visto bueno al milagro que produjo el cura gaucho en Camila Brusotti, la nena sanjuanina. Y con esto, ya está todo listo para su canonización, que dicen, será en octubre. De este modo se convertirá en el primer santo argentino que nació y vivió en el país.

“A Brochero le gustaba el campo. Recorrió las sierras a mula o en burro. Por eso creo que el lugar de esta imagen es la cordillera. Se trata de mi más preciado tesoro que irá al lugar que más amo. Más no puedo pedir”, agregó Gioja.

Antes de la partida, en un encuentro íntimo, fuera de protocolo, la imagen del Cura Brochero fue bendecida por el padre Andrés Riveros, quien impulsó el paraje albardonero donde hoy hay una capillita en honor al sacerdote cordobés.

“Esta imagen la conozco”, le dijo el sacerdote a Gioja mientras compartían un mate. “La bendije hace un par de años antes de que se la regalaran. Qué emoción volver a encontrarme con ella”, dijo. Luego de una extensa charla sobre caballos, mulas, montañas y devoción (el padre Andrés suele cabalgar y da misa en los parajes más alejados de la provincia, lugares a los que llega a caballo), echó agua bendita a la imagen. “Tiene que dar misa en la cordillera”, le dijo Gioja al cura, quien aceptó gustoso el desafío para el próximo año.

La imagen fue confeccionada en un material símil piedra policromada. Fue cincelada, pulida y pintada a mano en el Monasterio del Cristo Orante, que está en Tupungato, Mendoza. Está apostada sobre una base de piedra en la que aparece una inscripción que indica la fecha de cumpleaños de Gioja y el año en el que se la regalaron. Cuando llegue a la cordillera, será colocada en el refugio Sardina, donde los expedicionarios realizan una jornada de aclimatamiento antes de ascender hasta el límite con Chile para conmemorar la batalla de Chacabuco, el próximo 12 de febrero.

Gioja se reconoce un ferviente devoto de Brochero, fe que le trasmitió su hija. Fue en varias oportunidades a la capilla cordobesa y encabezó la cabalgata que se hizo hace casi 3 años en Albardón cuando entronizaron la imagen del cura gaucho en la finca El Salado. Luego del accidente volvió a retirar la visita. Participó de las tradicionales misas que se realizan en el lugar una vez al mes. Lo hizo acompañado de su esposa. “Sé que quien me regaló esta imagen y ahora se está enterando qué pasará con ella, entenderá por qué lo hago. El Cura Brochero irá a uno de los lugar que más me gustan y donde más paz siento. Espero verlo ahí el próximo año, cuando vaya”, concluyó.